Migrante no es sinónimo de asesino

Había dudas de que el asesino del sacristán de Algeciras hubiese estado motivado únicamente por sus problemas de salud mental. Incluso algún medio de comunicación insinuó en prime time que la parroquia no le proveyó de alimentos, cosa que le había enfurecido. Pero Yassine Kanjaa ha admitido que tenía «plena conciencia» cuando empuñó el machete. Lo hizo, según fuentes policiales citadas por La Vanguardia, «por imposición divina». Cuesta creer que en el alabado modelo de integración español queden todavía lobos solitarios radicalizados por el terrorismo islámico. Vemos el problema en el suburbio francés de Saint-Denis, en el sueco Rosengard o en el belga Molenbeek. No en nuestra casa. Pero los expertos que consultamos alertan de que no podemos cerrar los ojos. El modo actual de proceder del yihadismo es con actores individuales, movidos por la marginalidad y la desesperanza. Y entre los objetivos está la Iglesia católica, quien, por cierto, atiende en Cáritas de La Palma a un 80 % de musulmanes. Ya que migrante no es sinónimo de asesino. Por eso la comunidad islámica afirma que estos sucesos nada tienen que ver con su fe, de la que los terroristas hacen una interpretación equivocada.