Richard Gadd podría haber sido un aspirante más a los escenarios británicos del humor satírico, ácido, y tantas veces nada cómico. Pero algo pasó en su vida y hoy es el protagonista de una de las series más vistas del momento en medio mundo. Mi reno de peluche le ha lanzado al estrellato, no tanto por ser su protagonista, sino porque cuenta su propia historia, sus inicios en el mundo de la ficción marcados por la sombra de una acosadora, Martha en la serie, Fiona en la vida real. Cualquiera que vea el tráiler anticiparía una serie entre perturbadora y cómica sobre una mujer claramente desequilibrada que se obsesiona con este aspirante a cómico que paga sus facturas trabajando como camarero y se arrastra por escenarios amateur, que le regalan muy pocas carcajadas espontáneas. Pero Mi reno de peluche es mucho más. Es un relato autobiográfico que da un giro mucho más oscuro a partir del capítulo cuarto, donde Donnie (Richard) trata de responder a la pregunta obvia de cualquier espectador: ¿Por qué tardó seis meses en denunciar a una mujer que le enviaba más de 100 correos diarios y llegó a dormir en la parada de autobús frente a su casa? La respuesta es oscura, dolorosa, desgarradora. Donnie no era una víctima inocente; mejor dicho, algo en él se dejó hacer por Martha, permitió que siguiese acosándole sin cortar decididamente… porque Donnie vivía con una herida inconfesable y Martha significaba algo extrañamente atrayente: alguien que le quería incondicionalmente. Siento el spoiler, pero esta serie no es excelente por el desarrollo de su trama, sino porque es un ejercicio de honestidad como pocos. Donnie sufrió abusos de un productor de televisión que se acercó a él aparentemente para ayudarle y asesorarle para que su talento floreciese… Una historia trágica porque nos es dolorosamente cercana la soledad de Donnie, su incapacidad para contarle nada a su novia o a sus padres, o a sus amigos; y para cercenar de cuajo el afecto enfermizo, pero sincero, de Martha. Es una historia para estómagos resistentes, pero potentísima por su condición autobiográfica y terapéutica.