Mi párroco es africano - Alfa y Omega

Mi párroco es africano

Cada vez son más los sacerdotes extranjeros que aterrizan en nuestro país para trabajar en las parroquias. Suelen venir a estudiar o por un convenio entre obispos para unos años de misión, pero muchos se acaban quedando

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
«Estoy en Huesca porque me necesitan», dice Kahuthu. Foto cedida por John Kahuthu Mwaura

John Kahuthu Mwaura nació en Kenia, pero hoy es párroco de Abiego, una localidad de la comarca del Somontano, y de 16 pueblos más de los alrededores que «llevo yo solito», dice con humor. «Los caminos del Señor son inescrutables», afirma al ser preguntado por su historia. John era seminarista en Nairobi, pero cuando estaba a punto de ordenarse percibió la llamada a la vida monástica. Como tenía unos amigos en un monasterio benedictino en Vitoria, vino a España en el año 2008. Una vez aquí, bastaron pocos meses para darse cuenta de que Dios no le llamaba a ser monje, así que se puso en contacto con el rector del seminario de Huesca y con su obispo para seguir su formación y ordenarse como sacerdote de la diócesis oscense. En el año 2008 empezó una breve etapa como seminarista de Huesca, junto a otros once compañeros, en su mayoría de América, hasta que en el año 2011 recibió la ordenación. Hoy forma parte del clero de una diócesis que cuenta con otros nueve sacerdotes foráneos.

1.500 curas extranjeros hay aproximadamente en España

70 son los países de origen de dichos sacerdotes

Tres años es el período habitual de su permanencia en España

Al principio su vida sufrió «un cambio total», porque «todo era distinto a como es en mi país: el idioma, el carácter de la gente, la comida… Tuve que empezar de cero, pero he estado muy bien acompañado, por la gente y por los sacerdotes». En este sentido, confiesa que «nunca me he sentido en el presbiterio de la diócesis como alguien extraño».

De su trabajo en los pueblos de la comarca, dice que lleva a cabo una pastoral que llama «de mantenimiento», porque «aunque queda poca gente hay que ir, no importa el número de personas que me esperen». Entre ellos se siente «como uno más», y aunque la fe en su país «se vive de otra manera distinta –muy viva y expresiva, con danzas y todo–», afirma que «la Iglesia es la misma y nuestra fe también». «Aquí se puede hacer mucho. Por eso estoy en Huesca, porque aquí me necesitan», asevera.

«La Iglesia es la misma y nuestra fe también»
John Kahuthu Mwaura

John Kahuthu es uno de los cerca de 1.500 sacerdotes extranjeros que realizan su labor pastoral en España. Las estadísticas de la Conferencia Episcopal Española indican que la motivación principal es completar sus estudios, por lo que son enviados por sus obispos a alguna universidad española. Una vez aquí, desarrollan en alguna parroquia su labor pastoral, normalmente celebrando Misas. Un segundo grupo de sacerdotes extranjeros viene a España por un acuerdo entre un obispo de aquí y otro de una diócesis de fuera, principalmente de Iberoamérica, por la facilidad del idioma. Suelen firmar un contrato de tres años en el que se explicita la misión pastoral que se les encomienda. El motivo de estos acuerdos es la dificultad que experimentan muchas diócesis para cubrir las necesidades de todas sus parroquias. Por último, un tercer grupo, más minoritario, lo constituyen curas que después de terminar este contrato solicitan quedarse en España para seguir desarrollando su ministerio.

Es el caso de Edilberto Leonardo López, de Guatemala, que es párroco en Riaza (Segovia). Siendo aún seminarista, conoció en su país al que fue obispo de Segovia, Luis Gutiérrez, que por entonces estaba desarrollando un proyecto social con una fundación. «Él ya nos contó la escasez de vocaciones de su tierra y la falta de curas», asegura Leonardo. Poco después, ambas diócesis firmaron un acuerdo para enviar a un sacerdote conocido suyo, que fue quien le acabó de animar para viajar a España. «Me ofrecieron echar una mano y dije que sí», afirma. «En mi diócesis no sobran sacerdotes, pero las necesidades básicas están cubiertas, así que el obispo me dio permiso para venir».

Leonardo durante las primeras comuniones en su parroquia. Foto cedida por Edilberto Leonardo López

Acueducto y cochinillo

Cuando llegó a Segovia en el año 2011, «solo sabía que existía el acueducto y que se comía cochinillo», bromea el sacerdote guatemalteco. Después de un período de adaptación le enviaron a la zona de Riaza, donde es párroco in solidum junto a otro cura segoviano, con el que lleva 19 parroquias.

Tras ocho años de trabajo en Segovia le hicieron elegir entre incardinarse en la diócesis o regresar, y optó por lo primero. Ahora es uno más del clero diocesano, junto a otros 30 curas extranjeros, la mayoría de América, aunque últimamente están llegando de África, sobre todo para estudiar. «Segovia se está convirtiendo en una diócesis multicultural, o sea católica, como debe ser», bromea.

«Me ofrecieron echar una mano y dije que sí»
Edilberto Leonardo López

Leonardo se reconoce «encantado» de su actual vida en España, si bien en la parte pastoral echa de menos «más expresividad en las celebraciones», y «más participación de las familias en la transmisión de la fe a sus hijos». Por eso, aunque reconoce haber quemado las naves, para él lo más importante es «la alegría de hacer llegar a la gente la noticia de que Dios existe», tal como decía el cura de Ars, también sacerdote en un medio rural difícil. «Aunque él y solo nos parecemos en que a ambos se nos da mal el latín», termina, bromeando de nuevo.