«Mi madre me dijo: “Recuerda que un día volverás a ver a un sacerdote”»
El 13 de abril de 1991, la Iglesia católica pudo reestablecer sus estructuras en Rusia, Bielorrusia y Kazajstán. Los obispos del país recuerdan el significado de este hecho después de «un vía crucis de 70 años». Pocos días antes del aniversario, el arzobispo católico de Moscú visitó el Líbano y Siria junta con una delegación ortodoxa; un signo del «ecumenismo en camino» fruto de estos 25 años
«Recuerdo una ancianita en Siberia que [en los años 90], al comienzo de mi ministerio sacerdotal allí me dijo: “Mire, padre, cuando me deportaron era una niña de 10 años, en los años 30; y mi madre me dijo: ‘La iglesia que ahora ha sido destruida, tú ya no la verás, ni yo la veré más. Pero recuerda que un día volverás a ver a un sacerdote y volverás a ver la posibilidad de que estas iglesias renazcan’”. Me lo contaba muy conmovida, diciendo: “Mire, padre, después de 45 años, soy testimonio de que lo que me decía mi madre es verdad, y nunca he perdido la esperanza en estos años”».
Quien recuerda esta anécdota es monseñor Paolo Pezzi, arzobispo católico de Moscú. Lo ha hecho en una entrevista a Radio Vaticana con motivo del 25º aniversario, este miércoles, del restablecimiento de las estructuras de la Iglesia católica en Rusia, Bielorrusia y Kazajstán. La moraleja de esta anécdota –continúa– es que este aniversario debe animar a los fieles de estos países a «estar siempre y lo primero de todo agradecidos a Dios por lo que nos ha dado; en segundo lugar, a no perder nunca la esperanza, porque también en las situaciones más difíciles hay siempre una luz que permite avanzar».
Recuerdo a los sacerdotes misioneros
El arzobispo recuerda también con especial agradecimiento a san Juan Pablo II, «porque la institución de estas estructuras eclesiásticas fue realmente la posibilidad de iniciar también un trabajo pastoral con los católicos. Como bien sabemos, allí donde está el obispo, está la Iglesia, está la posibilidad de vivir la relación con Pedro, la posibilidad de encontrarse, de recibir los sacramentos y de testimoniar la propia fe».
Por otro lado, tiene un recuerdo especial a «todos los sacerdotes del extranjero, porque evidentemente la Iglesia católica no tenía, en los años 90 en Rusia, su propio clero, que han dado su vida –literalmente– para hacer crecer en la fe a las personas y a la comunidad católica en Rusia». Él, llegado a Siberia en 1993, es uno de ellos y conoce bien los sacrificios que supuso esta misión.
«Páginas trágicas y gloriosas»
Monseñor Pezzi y los otros tres obispos católicos de Rusia han dedicado a este aniversario gran parte de su carta pastoral con motivo del Año de la Misericordia, hecha pública el 3 de abril, domingo de la Divina Misericordia. Definen los 70 años de persecución soviética como «un vía crucis», «páginas trágicas pero también gloriosas». «Toda las estructuras externas de la Iglesia católica fueron destruidas: diócesis, seminarios, iglesias. La Iglesia de las piedras vivas, de nuestros fieles, se enterró en lo profundo. Los creyentes del siglo XXI, deberíamos valorar la memoria de los mártires y confesores del siglo XX».
Piden también comprensión «con las innumerables personas que perdieron el legado inestimable de la fe. Hoy es difícil incluso imaginar la escala de la gigantesca campaña contra la fe en el siglo XX. Los maestros en los colegios, escuelas secundarias y universidades, los instructores políticos del ejército y la policía, los fiscales, los tribunales y otras unidades de esta gigantesca estructura trabajaron duro para erradicar a los llamados «supervivientes religiosos»».
Los nuevos obispos, eliminados
A pesar de todo –continúan recordando– algunos creyentes se mantuvieron fieles. «La gente se reunía para rezar junta. Más tarde comenzaron a llegar sacerdotes en secreto. Algunas comunidades incluso consiguieron ser registradas oficialmente. Pero la mayoría de la gente en el vasto territorio de la Unión Soviética solo recordaba vagamente sus raíces cristianas, y estaban vegetando o muriendo espiritualmente. Estaban «extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor»», y «la Iglesia estaba condenada a la extinción».
«Ya en 1926 –explica la carta pastoral– la Santa Sede hizo un intento desesperado de salvar la situación. Con gran secreto se crearon nuevas estructuras y se ordenó a nuevos obispos. Sin embargo, en la situación de dictadura absoluta estas nuevas estructuras de la Iglesia fueron inutilizadas. La policía secreta descubrió y destruyó rápidamente a los obispos recién nombrados».
Con la llegada de Gorbachov y su encuentro histórico con Juan Pablo II, «el ambiente político se templa». Esto permitió a la Iglesia enviar a Moscú un representante, monseñor Francesco Colasuonno. «Se reúne con los sacerdotes y los laicos, se familiariza con la situación de los católicos en la Unión Soviética. El Vaticano actúa rápidamente y con confianza. ¡El 13 de abril de 1991, después de 70 años de ilegalidad, la Iglesia católica en Rusia y en las repúblicas de Asia central encuentra nueva vida en sus estructuras restauradas!».
Los dos pulmones de la Iglesia
También el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa, a través de su presidente el cardenal Peter Erdö, ha escrito un mensaje a los obispos católicos de Rusia, Bielorrusia y Kazajstán con motivo de este aniversario. En él, se asocia «vuestra alegría, recordando al mismo tiempo cuántos han sabido preservar la fe también al precio de su vida».
«La Iglesia en Europa respira con dos pulmones, y la Iglesia católica en Rusia y Bielorrusia es determinante para el futuro de la Iglesia en toda Europa», escribe. Y muestra su esperanza de que «este recuerdo pueda convertirse para todos los fieles en estos países una ocasión para renovar su esperanza en Cristo y su dinámica misionera. Que las relaciones institucionales con el Estado, con la Iglesia ortodoxa y con las otras conferencias episcopales de Europa sean un signo siempre luminoso de Cristo para un mundo que busca la paz y la reconciliación en la defensa del bien común».
Ecumenismo «en camino»
Precisamente la normalización de las relaciones con la Iglesia ortodoxa rusa, después del recelo de los primeros años, es una de las características de estos 25 años. En su entrevista a Radio Vaticana, monseñor Pezzi invitaba a «pensar en la unidad no como algo estático y doctrinal, sobre la mesa, sino algo «en camino» y como testimonio de una laboriosidad –¡por la gracia de Dios!– hacia los que sufren más».
En este sentido, ponía como ejemplo la visita conjunta que una delegación de la archidiócesis católica y del patriarcado de Moscú ha realizado al Líbano y Siria a principios de mes. La visita ha tenido lugar menos de dos meses después del histórico encuentro entre el Papa Francisco y el patriarca Cirilo en La Habana, después del cual el Papa habló de iniciativas conjuntas.