«Me da mucha pena no ir al colegio» - Alfa y Omega

En Myanmar, a los líderes pastorales les está empezando a preocupar que los jóvenes de las zonas rurales del país comiencen a casarse antes, sin llegar a la edad legal para ello, por el cierre de los colegios y centros de formación a causa del coronavirus. «Este curso, solo el 20 % de los alumnos han podido continuar su formación en medio de la pandemia y de los disturbios políticos», comparte conmigo Naw Mary Oo, una maestra de la diócesis de Mawlamyaine. Muchachos como Saw Bosco, de 8º, que no va al colegio desde hace dos años: «Esto me da mucha pena. Me gustaría volver a como eran las cosas antes».

Ya se están viendo matrimonios por debajo del mínimo legal de 18 años para los dos sexos. Aunque la Iglesia promueve que los chicos se casen al menos con 20 y las chicas con 18 o más, en las zonas rurales suelen hacerlo entre los 14 y los 17. Antes, algunas parroquias tenían internados para ayudar a que los jóvenes llegaran lo más lejos posible en sus estudios superiores. Eso cambió con la COVID-19. Aunque las instalaciones están disponibles, «los padres son reticentes a la hora de enviar a sus hijos», cuenta el padre Bruno Philip, párroco de la misma diócesis. Algunos jóvenes, en vez de esto, se han unido al trabajo de sus padres y parientes para traer ingresos a casa.

Y, cuanto más tiempo estén fuera de las aulas, más difícil resultará que vuelvan. «Debemos encontrar la forma y los medios para seguir ofreciéndoles educación», me dice Bruno. A Saya Joseph, un catequista local, se le ha ocurrido pedir a los maestros «que vayan a las aldeas y averigüen qué posibilidades hay de seguir enseñando allí a los jóvenes, según su nivel». En las zonas más remotas del país, «no se pueden permitir el aprendizaje online, y sería conveniente para ellos que sus profesores estuvieran presentes».

«Nos preocupan todos los niños», apunta Saya. Además de «casarse precozmente», pueden «acabar con malas compañías». Uno de los maestros con los que cuenta, Le Le Win, ha comprobado que «algunos muchachos están deprimidos». Quiere «darles también clases de moral», porque «sin ellas se están volviendo maleducados». Todo se está deteriorando como consecuencia del golpe de Estado del 1 de febrero. Incluido el sistema educativo.

Mawlamyaine está al sureste del país. Desde hace décadas hay un conflicto entre las Tatmadaw (Fuerzas Armadas) y grupos revolucionarios étnicos, especialmente la Unión Nacional Karen, a la que se han unido las Fuerzas de Defensa del Pueblo. Muchos civiles han perdido su vida por la guerra civil, la desnutrición y el maltrato.