Matanzas de cristianos, ¿hasta cuándo? - Alfa y Omega

Matanzas de cristianos, ¿hasta cuándo?

Nos toca alzar la voz para que los gobiernos no sigan mirando para otro lado y tomen medidas a favor de la libertad religiosa

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El pasado domingo, en la solemnidad de Pentecostés, un grupo de hombres armados colocó dinamita en la parroquia de San Francisco Javier de Owo, al sur de Nigeria, y disparó indiscriminadamente contra los fieles cuando intentaban huir. Al cierre de esta edición, el balance es de decenas de heridos y muertos –entre ellos, niños–, que se suman a los más de 4.600 cristianos asesinados en el país solo en 2021, de acuerdo con la organización Open Doors.

Aunque por el momento nadie ha reivindicado la autoría, como recordaba el periodista de COPE Fernando de Haro en su cuenta de Twitter, Boko Haram, otros grupos yihadistas y extremistas de la etnia fulani persiguen a los bautizados. Y los ataques a iglesias y los secuestros «son frecuentes», si bien hasta ahora se habían centrado en el norte y el centro del país y no en el sur, una zona más tranquila y de mayoría cristiana.

Esta terrible y dolorosa noticia obliga a hablar de la violencia que asola el país más poblado de África y buena parte de la región. También es una ocasión para recordar y denunciar que hoy la libertad religiosa «es violada, a veces pisoteada en muchos lugares» –en palabras del Papa en un reciente encuentro con los trinitarios– y que se ve amenazada de distintas maneras, «algunas toscas y evidentes» como en este caso, pero también «sutiles y ocultas».

A los creyentes nos corresponde rezar por nuestros hermanos en la fe perseguidos y martirizados y pedir por «la conversión de quienes están cegados por el odio», como ha hecho Francisco estos días, pero también nos toca alzar la voz para que los gobiernos no sigan mirando para otro lado y tomen medidas a favor de la libertad religiosa. Hay que defender la libertad de vivir las propias creencias tanto en privado como en público, reconocida hasta en la Declaración Universal de Derechos Humanos, con la misma fuerza con la que se defienden otros derechos.