Martínez Camino: «La cultura moderna se está descristianizando a pasos agigantados» - Alfa y Omega

Martínez Camino: «La cultura moderna se está descristianizando a pasos agigantados»

La Biblioteca de Autores Cristianos profundiza en un nuevo libro en los tres documentos del Concilio Vaticano II que cosecharon más votos en contra

Redacción
Un momento de la presentación del libro.

La Universidad Eclesiástica de San Dámaso ha acogido este miércoles la presentación de la obra Comentario Teológico a los documentos del Concilio Vaticano II (volumen II), cuya edición ha corrido a cargo de Rafael Vázquez, director de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe y de la Subcomisión Episcopal para las Relaciones Interconfesionales y el Diálogo Interreligioso.

La obra profundiza en tres de los documentos aprobados durante esta importante cita eclesial: el decreto Unitatis redintegratio, sobre el diálogo ecuménico, y a las declaraciones Dignitatis humanae, sobre la libertad religiosa, y Nostra aetate, sobre el diálogo interreligioso. «Son un cántico al diálogo en la vida de la Iglesia», ha explicado Vázquez durante la presentación del volumen, en la que ha estado presente el secretario de la Comisión Islámica, Mohamed Ayana, y un representante de la Iglesia ortodoxa rumana.

Los autores han ahondado en «el contexto en el que surgieron estos documentos» y en «la historia de su redacción», algo que «no siempre fue fácil» y que llevó a los padres conciliares incluso a mantener «discusiones acaloradas». La declaración Nostra aetate, por ejemplo, «se produjo en un contexto político complejo» en el que se corría el riesgo de que la aprobación del texto por parte de la Iglesia interfiriera en «la relación con los Estados árabes», ha subrayado Vázquez.

Evangelización de la cultura moderna

Ante esta situación «hay que felicitar a los autores, que se han atrevido a afrontar» unos textos de «difícil gestación y de un gran significado histórico, más que doctrinal», ha asegurado durante la presentación Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid y presidente de la Subcomisión para las Universidades y la Cultura de la CEE.

De hecho, los documentos que recoge el volumen «tienen la mayor concentración de noes» de todo el Concilio. «Dos de esos textos —Nostra aetate y Dignitatis humanae— obtuvieron cerca de 70 votos frente al resto de textos, que fueron aprobados prácticamente por unanimidad». Por su parte, «Unitatis redintegratio cosechó once votos en contra».

No obstante, el libro publicado por la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) «es un instrumento perfecto, muy interesante, para comprender un acontecimiento», como es el Concilio Vaticano II, «que marca el camino de la Iglesia» y con el que «la Iglesia hace las cuentas con la modernidad», ha señalado el prelado.

En este sentido, Martínez Camino ha especificado que el Concilio «no condena la modernidad, pero tampoco la sacraliza». Más bien es una herramienta para «hacer posible la evangelización de la cultura moderna, que se está descristianizando a pasos agigantados». Para el obispo, el contexto actual es «fundamentalmente —y no únicamente— antropocéntrico y ateo».

De hecho, a pesar de las numerosas declaraciones que pudieran hacer pensar lo contrario, «la modernidad no es el siglo de los Derechos Humanos». Estos «se han pisoteado más que nunca». Y ha añadido: «Los hombres se han matado más que nunca».

El presidente de la Subcomisión para las Universidades y la Cultura de la CEE ha concluido su alocución reiterando la importancia de la obra, de la que ha dicho que es «insustituible en la biblioteca de cualquier interesado en la evangelización de la cultura moderna».

Derecho y libertad religiosa

En el acto, conducido por el decano de la Facultad de Teología de la UESD, Gabriel Richi, también ha participado Gerardo del Pozo, autor junto a Rafael Vázquez de los comentarios de la obra y profesor de San Dámaso, quien ha reflexionado sobre el derecho y la libertad religiosa.

Según ha precisado, los Papas del siglo XIX se habían «resistido» a incluir claramente el derecho de toda persona a la libertad religiosa y solo se lo atribuían a los cristianos, pero ha precisado que aquellos Pontífices «no disponían de una idea clara sobre quién era el sujeto» de los derechos.