María (nombre ficticio): «Hay gente que acoge a un niño y lo devuelve» - Alfa y Omega

María (nombre ficticio): «Hay gente que acoge a un niño y lo devuelve»

José Calderero de Aldecoa
Foto cedida por María.

En la última contraportada de esta serie hablamos con María, que ha dejado de ser oficialmente una niña. El 10 de mayo cumplió 18 años, un momento en el que la mayoría de las chicas de su edad todavía se encuentran mentalmente en la adolescencia. Ella, sin embargo, tiene que pensar en buscar un trabajo y encontrar un piso al haber salido del sistema de protección de menores. En él acabó por los problemas económicos de sus padres y allí ha tenido que lidiar con la soledad o la tristeza. María pide a la sociedad que escuche más a los niños «y que no se nos juzgue tanto».

¿Cuánto tiempo has pasado en la residencia?
Desde los 7 años. Ahora tengo 18. Los cumplí el 10 de mayo.

¿Por qué entraste en ella?
Mis padres no tenían posibilidades económicas.

¿Has tenido algún tipo de problema en el colegio por el hecho de vivir en una residencia?
Siempre hay alguien que te pregunta si tienes padres y cosas parecidas, pero nada más. Yo tenía la suerte de ir al colegio con más niños de mi misma residencia. Pero tengo amigas con las que sí se han metido por venir de una resi.

¿Qué destacarías de tu paso por el centro?
Cuando entré había monjas y eso me gustaba, porque vivían con nosotros. Ahora hay trabajadores que, lógicamente, viven en sus casas y tienen un horario determinado. El cambio constante de personal hace que generes una mayor desconexión emocional. No te abres a la gente porque sabes que tarde o temprano se irán.

¿Te has sentido sola en alguna ocasión?
Sí, pero he aprendido a vivir en soledad. Lo que hago cuando me siento así, o triste, es escribir, escribir y escribir.

Al cumplir los 18 años hay que dejar la residencia. ¿Qué significó para ti este cumpleaños? ¿Te daba miedo?
Cumplir 18 significa pasar directamente a la vida adulta. Yo ya empecé a trabajar a los 17 porque veía que necesitaba dinero para mantenerme cuando saliera de allí. La verdad es que no me daba miedo por mi forma de ser, pero conozco mucha gente que sí lo pasa mal por la incertidumbre del futuro. No es fácil.

En tu caso, ¿qué vas a hacer?
Yo tengo la suerte de haberme podido ir a un piso de una entidad en el que voy a poder estar otros tres años más. La verdad es que hay bastantes pisos para nosotras, que a lo mejor también acogen a mujeres que han sufrido violencia de género, por ejemplo. Los chicos no lo tienen tan fácil.

¿Por qué lo chicos no lo tienen tan fácil?
No hay casi pisos para ellos. Yo, por ejemplo, tengo un hermano y cuando hablaron con nosotros de cara a nuestra mayoría de edad ya nos advirtieron de que yo podría ir a un piso, pero que él lo iba a tener más difícil.

¿El hecho de que te tengas que mantener en un futuro próximo con tus propios medios influyó en tu decisión para continuar estudiando?
Todo el mundo me decía que escogiera un grado medio, que me vendría mucho mejor, porque al salir de la residencia necesitaría un trabajo con el que mantenerme. Yo, sin embargo, elegí Bachillerato. El problema es que tuve un mal año y lo dejé. Cuando me matriculé en el grado de actividades comerciales hubo mucha gente que se alegró de la decisión. Pero contestando a tu pregunta, sí, condiciona bastante, porque necesitas unos ingresos rápidos y con el Bachillerato se tarda más en conseguirlos, porque luego tienes que ir a la universidad.

Si pudieras elegir con libertad, sin depender tanto del factor económico, ¿qué te gustaría ser de mayor?
Me gustaría ser empresaria o actriz. Pero la realidad es que los trabajos que he tenido hasta ahora son de operaria de limpieza. Con la discapacidad que tengo —discapacidad motora— es donde más trabajo me ofrecen.

Jesús dice que «quien no se hace como un niño no entrará en el Reino de los cielos». ¿Qué te gustaría cambiar de la sociedad?
Me gustaría que la gente se comprometiera más y se tuvieran más en cuenta las emociones de los menores. Hoy hay gente que acoge un niño pero luego lo devuelve. También me gustaría que se nos escuchara más y que no nos juzgaran tanto.