Manuela Aroca Mohedano: «Los católicos fueron determinantes en el sindicalismo español»
La profesora de la Universidad Carlos III, que ha participado en un seminario organizado por la Iglesia española de Roma sobre los católicos en tiempos de Pío XII, habla de los que fueron críticos con la dictadura y de su rol en el movimiento obrero
¿Cómo fue la crítica de los católicos contra la dictadura en España?
Durante las primeras etapas del franquismo, que coinciden con el pontificado de Pío XII (1939- 1958), la crítica era bastante moderada. Hay dos grandes organizaciones, la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y la JOC (Juventud Obrera Cristiana), que se movían a cara descubierta, pero sufrieron alguna represión. Por ejemplo, el periódico cristiano vinculado a la Acción Católica Obrera (ACO), que se llamaba Tú, fue ilegalizado en 1949. A finales de la década de los 50 gran parte del movimiento católico giró hacia un antifranquismo más declarado, con una oposición militante, sobre todo, en lo sindical.
¿Cuál fue la importancia de los católicos en el movimiento obrero español?
Fue determinante. Su incorporación al sindicalismo tuvo lugar a través de ciertas movilizaciones espontáneas que surgieron al ver cómo de terribles eran las condiciones del trabajo, sobre todo en el sector de la minería, o la represión que intentaba sofocar las protestas. El régimen quería reducir su dependencia energética externa, porque se promocionaba la autarquía, y se presionó muchísimo a los trabajadores para conseguir una producción a destajo. Se les obligaba a trabajar muchas horas seguidas y hubo muchos muertos. Los católicos se unieron a las grandes huelgas. Es cierto que el régimen fue más condescendiente con ellos que con otros movimientos obreros, como la UGT o la CNT, pero ya a partir de los años 60 tuvimos a líderes cristianos encarcelados, desterrados dentro del territorio español o directamente exiliados.
¿Cómo contribuyó la Iglesia a la construcción del sindicalismo en España durante el franquismo?
Más que la Iglesia, hay que hablar de los cristianos. La jerarquía eclesial, al margen de voces muy aisladas, fue bastante crítica con estos movimientos. En el año 1966 se llegó incluso a desmantelar la Acción Católica Obrera (ACO), porque la consideraban excesivamente beligerante contra el régimen. No se puede entender el sindicalismo en España de los 60 o los 70, ni tampoco el de la Transición, sin la HOAC y la JOC. Son el germen que va a alumbrar dos grandes organizaciones, CC. OO. y la USO.
¿Puede profundizar en el ideal de dignidad obrera?
Los líderes de la ACO defendieron que el trabajo es algo central en la dignidad humana.
¿Podemos hablar también de oposición política católica al régimen?
Hubo muchos católicos que, a título individual, lucharon contra la dictadura. También partidos como el FELIPE (Frente de Liberación Popular), que en su origen era de raíz cristiana, aunque después abrazó posiciones marxistas. En los movimientos nacionalistas también hubo una clara matriz cristiana, como en el Partido Nacionalista Vasco (PNV).
¿Qué importancia tuvo este movimiento en la conformación de la democracia?
Mucha, pero más en el terreno sindical, porque, en el terreno político, la democracia cristiana española se quedó un poco descolgada. Esa base social cristiana y sindicalista, que nace a finales de los años 50 –y principios de los 60–, es muy antifranquista. Y viendo la connivencia que mantenía la jerarquía eclesial con el franquismo, muchos optaron por la radicalización y militaron en opciones más marxistas.
¿Por qué el catolicismo fue una de las señas de identidad ideológica de la dictadura?
Desde el principio Franco obtuvo el apoyo de la Iglesia, que se había sentido muy perjudicada por las medidas laicistas tomadas por los republicanos. Además, instaló esta idea de cruzada para defender el ideal del catolicismo. En el año 1945, los aliados ganaron la Segunda Guerra Mundial, y Franco –que se había identificado con el fascismo– tuvo que cambiar de cara. Le resultó provechoso acercarse a los católicos porque, en Europa, la democracia cristiana tuvo un rol central en la reconstrucción tras la contienda. Franco empezó así a colocar a católicos en los ministerios.
Franco se definía como un cristiano ejemplar.
Sí, él se definía así, pero de 1939 a 1945 mandó ejecutar a entre 35.000 y 50.000 personas. No fue un cristiano ejemplar. Aunque se atuvo a todos los criterios de la Iglesia, tanto en la vida pública como en la privada, la represión y la falta de libertad no son muy compatibles con el cristianismo.