El manual de la buena esposa o el porqué de la risa necesaria - Alfa y Omega

Sé que no es lo mismo pero van a entenderme cuando se lo explique. En cierta ocasión, el escritor Tomás Eloy Martínez en una entrevista aseguró que «novela significa licencia para mentir». Esta respuesta venía a colación de su última obra, La novela de Perón, donde diseccionaba la sociedad argentina de los años duros de la dictadura siempre desde el prisma del humor. Decía algo así como que un país se reconoce avanzado cuando sabe reírse de su historia; esto es, sólo se podrá abordar el género histórico desde la risa. Pues bien, yo en parte opino como el argentino: debemos, desde el sentido común y el humor más generoso, ser capaces de presentarnos y de construir nuestro pasado sabiendo que siempre la ficción late de fondo y la necesidad de superar todo lo que duela. Casi nada.

Ahora bien, esto no justifica ni mucho menos la burla fácil, los lugares comunes atropellados o la crítica subversiva que, a grandes rasgos, en la obra apenas hacen acto de presencia. Es más. Se tocan temas peliagudos —por llamarlos de alguna manera— como la castidad hasta el matrimonio o el pudor, que quiero creer y siento que fueron tratados desde lo grotesco sin la voluntad de querer herir a nadie… o tal vez sí, no lo sé bien. Salí del teatro divertida y contenta por las dieciséis piezas en general, aunque un poco apesadumbrada por si en algo se había ofendido al público. Pensando en esas mujeres que les tocó vivir por voluntad o hastío en la Sección Femenina o amando a escondidas. Hice un barrido por las butacas y vi personas, hombres y mujeres, de todas las edades que se reían por igual y que —creo— disfrutaron tanto o más que yo. Después de darle muchas vueltas al asunto, puedo decir que todo está planteado sobre la sátira; una sátira afilada en algunos casos pero desde y para la risa.

Foto: Javier Naval.

Y claro, aquí entramos en arenas movedizas porque… ¿Nos podemos reír de la vocación? “Soltera, viuda, casada o monja”, dicen nada más arrancar la obra. ¿Es lícito reírse de la educación? Nada de música ni conciertos, sólo abnegación. ¿Ha desaparecido la censura? No sé, no sé. Creo que son temas tan serios que me gusta verlos desfilar de la mano del humor. Delatan un afán por comprender parte de nuestro pasado, ni mejor ni peor que el de ahora, simplemente es nuestro pasado. Y de nada sirve cerrar los ojos o estallar en lágrimas porque la herida se nos abre de nuevo; tiene más sentido quizá tender la mano y acariciarlas todas, allí donde duela.

No sé si me explicado bien… Resumiendo: las actrices, brillantes. No sería justo mencionar a ninguna en concreto, las tres se fueron creciendo y comiendo el escenario a medida que avanzaban. Se nota que disfrutan, eso se siente. Gracias Berta Ojea, Mariola Fuentes y Concha Delgado. Los sketches, escenas costumbristas que fueron de menos a más y que por momentos rozaban lo político, pero dentro de las reglas del decoro. Los entenderán cuando les cite a quienes los compusieron: Miguel del Arco, Verónica Fernández, Yolanda García Serrano, Anna R. Costa, Juan Carlos Rubio y Alfredo Sanzal. El director, extraordinario. A mí me sucede que cuando asisto a un espectáculo redondo donde no quedan cabos sueltos y el cariño por el trabajo bien hecho y la profesionalidad entre los actores / actrices desborda el escenario, siempre pienso que en gran parte es debido al trabajo del director, esa punta del iceberg que en el teatro no se ve pero que todo lo sobredimensiona. Gracias Quino Falero.

Por ponerle alguna pega, el dolor. Ya sé que he comenzado haciendo una férrea defensa de la risa y la superación, lo que ocurre es que nadie debe invadirnos ni ridiculizarnos. Si alguno de ustedes va a ver y vivir la obra (porque deben hacerlo, de verdad, se la merecen) y abandonan el teatro con algo de dolor, por favor, prueben a amar todavía con más fuerza si cabe su pasado, el que fue, el que les tocó vivir y el que recuerdan. Al fin y al cabo, somos el resultado de aquello y aquellos que nos conforman. Con bikinis o sin ellos. Con alemanas y suecas o sin ellas. Sean ustedes mismos, por favor. Sean el fruto maravilloso de todo lo que les ha pasado en la vida. Sean desde la risa y desde la distancia… Maravillosas criaturas.

El manual de la buena esposa

★★★★☆

Teatro:

Teatro Muñoz Seca

Dirección:

Plaza del Carmen

Metro:

Sol

OBRA FINALIZADA