Manos Unidas: «El hambre no es un problema de producción de alimentos, sino de acceso y distribución»
La ONGD de la Iglesia católica analiza por qué 828 millones de personas en el mundo siguen pasando hambre
En el marco de la Semana contra la Pobreza, Manos Unidas ha organizado este jueves una mesa redonda para intentar dar respuesta a la pregunta de por qué 828 millones de personas pasan hambre en el mundo. Una de las conclusiones la ha planteado Fidèle Podga, coordinador del departamento de Estudios y Documentación de Manos Unidas, que ha dicho que el hambre «no es un problema de producción de alimentos, sino de distribución y acceso».
Alimentos hay suficientes para el consumo de todos los humanos e incluso para cubrir las necesidades del ganado, continúa Podga. De hecho, según abunda Elena de Luis, consultora e investigadora en derecho a la alimentación y derechos humanos y profesora de la Universidad Carlos III, se tira a la basura un 17 % de los alimentos.
También ha reflexionado sobre los vínculos entre la guerra y el hambre: «Los conflictos generan hambre, pero también hay que tener en cuenta que el hambre provoca conflictos». En este sentido, ha puesto encima de la mesa que los países más pobres dedican una parte importante de sus recursos al gasto militar, «recursos que se podrían utilizar para alimentar a su población».
Otros factores que hacen que millones de personas sigan viviendo sin una alimentación adecuada tienen que ver con el cambio climático y con «un sistema alimentario roto», un sector «concentrado en pocas manos» y en el que «priman las ganancias económicas».
Para el responsable de Estudios y Documentación de Manos Unidas, esta situación pide trabajar en dos líneas. La primera, la de la incidencia política y la movilización: «El hambre es una cuestión política». La segunda tiene que ver con la educación, que promueva un modelo agrícola ecológico y con la producción en los lugares donde necesitan alimentarse.
La realidad en Kenia
El sacerdote y médico José Luis Orpella, socio de Manos Unidas en la diócesis de Garissa (Kenia) ha relatado la realidad que se vive en su zona, con miles de personas a punto de morir de hambre, con un 80 % de la población bajo el umbral de la pobreza y con un impacto muy fuerte del terrorismo. «El cambio climático, el inestable clima político, el globalismo, la explotación, la corrupción, los precios de la gasolina y el fundamentalismo islámico, entre otros, son causas de la grave situación que atraviesa Kenia», ha señalado. En medio de esta situación y gracias a Manos Unidas, han podido dar de comer a más de 150.000 personas este año. Son programas de emergencia que «no solucionan el hambre, pero la combaten en su fase aguda».
Con todo, Elena de Luis ha recalcado la importancia de que se refuerce «el alimento como derecho frente al alimento como producto». «Los alimentos no deberían ser objeto de especulación. La concienciación social y la transformación del proceso son fundamentales», ha asegurado tras constatar que el hambre es «uno de los mayores fracasos de la humanidad».