Manos Unidas denuncia el aumento de la desigualdad entre países ricos y pobres
La ONG católica lanza su campaña anual para mover «conciencias adormecidas» ante las 811 millones de personas que pasan hambre
Manos Unidas ha hecho un llamamiento para «vencer la indiferencia» y pide «una reflexión» ante la situación que viven las 811 millones de personas que pasan hambre en el mundo.
«Permitir que una sola persona muera de hambre es permitir que la desigualdad, la indiferencia, el olvido y el abandono ganen una partida que nunca debería llegar a estar sobre el tablero, y supone un auténtico fracaso para la humanidad», ha declarado la presidenta de Manos Unidas, Clara Pardo, este miércoles en rueda de prensa.
La ONG ha presentado su campaña de este año bajo el lema Tu indiferencia los condena al olvido, con la que la quiere «mover conciencias adormecidas y anestesiadas», poner «rostro» a las «escandalosas» cifras de la pobreza y «rescatar del olvido» a las personas que la sufren, «sobre todo por la indiferencia social e institucional».
La presidenta de Manos Unidas ha constatado que la pandemia de la COVID-19, «la peor crisis global a la que se ha enfrentado la humanidad en muchísimos años», ha acrecentado la «brecha» de la desigualdad entre los países pobres y ricos.
Así lo ha puesto de manifiesto la vacunación pues, según ha recordado, en España, en torno al 80 % de la población ya tiene la pauta completa y cerca del 50 %, la dosis de refuerzo, mientras que en países como la República Democrática del Congo «tan solo un 0,4 % de la población ha recibido la primera dosis de la vacuna».
«Eso es desigualdad», ha reiterado Clara Pardo, advirtiendo de que si no se pone remedio, se va a «condenar a la pobreza a 500 millones de personas más a pasar hambre, a ser más pobres, el equivalente a la población la Unión Europea».
Según ha precisado, «tan solo el 1 % de la población posee el 45 % de la riqueza del mundo, mientras que casi 3.000 millones de personas no poseen ninguna riqueza». «Es también desigualdad, una desigualdad que, a día de hoy, es la mayor amenaza para la humanidad. Y la indiferencia y la inacción, sus mejores aliadas», ha avisado.
En el año 2021 Manos Unidas aprobó 474 nuevos proyectos, por importe de 31,5 millones de euros y pudo ayudar a 1,5 millones de personas a través del trabajo junto a sus socios locales en los diferentes países. Lo hizo gracias a la colaboración de 77.000 socios y colaboradores, de los organismos oficiales que acompañan a la ONG, empresas, parroquias y colegios.
No a la criminalización de los migrantes
Durante el encuentro, ha participado Àlvar Sánchez, que acompaña la misión educativa y social del Centro Baraka de Formación Profesional e Inserción Sociolaboral en la ciudad marroquí y es promotor de proyectos de la Delegación Diocesana de Migraciones.
Sánchez ha denunciado la «criminalización» de las personas migrantes y ha invitado a «fortalecer los valores de identidad, de patria y de fe con valores de inclusión, de fraternidad, de aldea global y de universalidad».
«Las sociedades democráticas no debemos consentir la criminalización de quienes escapan del conflicto, la represión, las consecuencias de la degradación ecológica o los desastres naturales. El desplazamiento humano inducido por la guerra, el hambre o por un déficit de desarrollo que condena a la población a vivir en el umbral de la miseria es un tipo de migración forzosa amparado por el derecho internacional humanitario», ha remarcado.
En el acto también ha intervenido telemáticamente el médico Carlos Arriola, que lleva 31 años trabajando en Jocotán (Guatemala), un pueblo donde antiguamente habitó la raza indígena chortí, que en su momento constituyó un pequeño imperio maya, pero al que posteriormente le fueron arrebatadas sus tierras, sus propiedades, y la población fue sumida en la discriminación, los abusos, el maltrato y la pobreza.
Cuando llegó a la zona, con 23 años, procedente de Ciudad de Guatemala, se encontró con «niños famélicos, adultos con franca desnutrición y con condiciones de vida totalmente inadecuadas». Arriola cuenta que siempre se ha preguntado el porqué de esa desigualdad y, a su juicio, es todo una «estrategia de los políticos que manipulan a la población por su nivel de ignorancia».
En todo caso, el médico guatemalteco celebra que en los últimos años han logrado reducir la desnutrición aguda. El Centro de Recuperación Nutricional Infantil en Jocotán (dispensario Bethania), lleva los últimos seis años recibiendo cuatro o cinco casos por año, cuando 30 años atrás el promedio era de 450 niños desnutridos por año.