Mandamiento de amor - Alfa y Omega

Mandamiento de amor

Jueves de la 5ª semana de Pascua / Juan 15, 9-11

Carlos Pérez Laporta
Jesús con los apóstoles. Vidriera de la Catedral de Chartres (Francia). Foto: Lawrence OP.

Evangelio: Juan 15, 9-11

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud».

Comentario

«Permaneced en mi amor». ¿Qué significa esta expresión? ¿Cómo se permanece en un amor? Ya son pocos hoy los que tienen uno solo amor en la vida. Parece imposible tener un solo amor. ¿Quién puede vivir de un solo amor? Decía santo Tomás de Aquino que la vida del hombre consiste en el afecto que más le mueve, que más le deleita. Si eso es así, ¿puede un solo amor sostener toda nuestra vida? La vida parece tan compleja, variada y larga que no parece que un solo amor sirva para movernos el resto de nuestras vidas. Es como si nuestro amor no alcanzase para toda la vida, con todas sus encrucijadas.

Pero el amor que nos ofrece Cristo no es nuestro amor, es el suyo: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor». De lo que se trata es de permanecer en su amor, no en el nuestro. De dejarse amar permanentemente por Él. Es así como se permanece en su amor, viviendo de su pasión por nosotros. Si nos dejamos alcanzar permanentemente por su pasión viviremos de su amor.

Y quien se deja amar por Él podrá guardar sus mandamientos: «Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor». Su mandamiento es vivir de ese amor. Y es viviendo de ese amor, movidos por el agradecimiento a su amor, que le amamos a Él y a los otros. Los amamos con el mismo amor de Cristo, con su amor que nos mueve. Y ningún otro amor podrá deleitarnos más: «Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud».