Los cofrades de Madrid toman las calles con ilusión
Madrid fue este Domingo de Ramos lo que el arzobispo, cardenal Carlos Osoro, les dijo a los costaleros del paso de La Borriquita: evangelización en la calle. «Estáis haciendo una catequesis sin daros cuenta: no habláis, pero lo vivís –resaltó, respiradero de por medio–, y eso contagia». En su toque del llamador también apreció su «esfuerzo inmenso». «Yo estoy seguro de que el Señor os lo pagará».
Cientos de nazarenos llenaron este 10 de abril las calles del centro de Madrid casi tres años después de la última vez que vistieron las túnicas y los capirotes. Los primeros en salir, pasadas las 16:00 horas, los hermanos de La Borriquita, que, como viene siendo habitual, lo hicieron desde la catedral de Santa María la Real de la Almudena. Allí habían trasladado a Nuestro Padre Jesús del Amor en su entrada triunfal a Jerusalén el sábado, y en el templo presidió las principales celebraciones del domingo por la mañana.
Entre ellas, la Eucaristía solemne del Domingo de Ramos, que estuvo presidida por el cardenal Osoro. «Hagamos presente a Jesucristo. Hoy la humanidad necesita a Dios», alentó el purpurado durante la homilía, anticipando lo que en la tarde iba a suceder por las calles de Madrid.
Olor a incienso en recorridos procesionales que, este año más que nunca, estaban abarrotados de público. Siempre es garantía si la Semana Santa se vive ya en horario de verano, con más luz hasta más tarde, y si el buen tiempo acompaña. Este domingo en Madrid lo hizo, pero además había ganas. No solo los hermanos aguardaban ilusionados esta Semana Santa de 2022. «La gente estaba deseando esto», destaca Noemí, que vio la salida de Los Estudiantes y después, su estación de penitencia ante la iglesia de Santiago. «Había un deseo contenido de renovar» esa vista del Señor y la Virgen en su salida procesional.
La luz y las altas temperaturas favorecen también que acudan familias con niños pequeños. Al paso del Señor, algunos le decían un ilusionado: «¡Hola, Jesús!». También había otros que se centraban en su necesidad más inmediata: «¡Papá, se me ha caído un diente!». «Muy bien, guárdalo para el ratoncito Pérez esta noche, y ahora calladito que viene la Virgen». «¡Hola, María!».
Y así discurrían, en silencio, el Cristo de la Fe y del Perdón y María Santísima Inmaculada Madre de la Iglesia, titulares de Los Estudiantes, que habían salido pasadas las 18:30 horas de su sede canónica, la basílica pontificia de San Miguel. Lo hacían a hombros de las cuadrillas de costaleros y acompañados por los nazarenos –túnica negra con cola, cinturón de esparto y cirio en la mano–, que, como les recalcó el hermano mayor, Juan Venegas, llenaron la ciudad de fe, de perdón, de esperanza y de caridad.
Los fallecidos en la pandemia, en el recuerdo
Han sido años duros en los que las hermandades han sufrido la pérdida de hermanos en algunos casos, la enfermedad en otros. A todos ellos se les tuvo muy presentes. «Estarán con nosotros desde el cielo». Recuerdos emocionados, como también emocionados fueron los reencuentros, a base de abrazos, golpes cariñosos en la espalda, caras de ilusión. También de recuerdos dolorosos.
Tantos años pero, en realidad, como si hubiera sido el último Domingo de Ramos que se vieron, con los capirotes y los costales a cuestas, con las horas frenéticas antes de la salida –vestirse, colocar bien la indumentaria, ayudar al hermano, buscar el sitio en la cofradía, esperar haciendo silencio para preparar el corazón para acompañar a los titulares a la calle…–, con los últimos deseos de «buena estación de penitencia», hasta que el diputado mayor de gobierno exclama: «Hermano mayor, la cofradía está formada», y ahí arranca todo de nuevo. De nuevo, porque cada año es diferente aunque parezca todo igual.
Entre La Borriquita y Los Estudiantes había salido a la calle El Silencio, este año por primera vez en Domingo de Ramos en vez de su Viernes Santo tradicional. Cambió de día para cumplir su deseo de hacer estación de penitencia en la catedral de la Almudena, y sin duda fue uno de los momentos más emocionantes para toda la cofradía. «Algunos hermanos me decían que se les habían saltado las lágrimas», relata José Manuel Morena, su hermano mayor. A pesar del cansancio –con el cambio, la hermandad aumentó en 2,5 los kilómetros de procesión–, el estar dentro del templo les había hecho una «ilusión tremenda».
El Silencio «redondea» el Domingo de Ramos
Tras salir de su sede canónica, en la iglesia del Santísimo Cristo de la Fe de la calle Atocha, el paso de Nuestro Padre Jesús del Perdón, un cautivo atado a la columna de la flagelación, llegaba al primer templo de Madrid. Allí, la cofradía entera recorrió la girola de izquierda a derecha desde el altar mayor, paró ante la capilla del Santísimo y continuó ya de salida del templo. Ante la capilla se sitúo el paso del Señor, se rezó un padrenuestro y un avemaría, y los hermanos iban pasando a saludar con una genuflexión a Jesús sacramentado. Fue un hecho insólito que este año se producía por primera vez. Nunca hasta ahora una procesión de Semana Santa había entrado en la catedral y realizado parte de su recorrido por el interior.
En El Silencio están «muy satisfechos». A pesar de los tiempos tan medidos con los que iban, de la posibilidad de cruzarse con las otras dos procesiones en la calle, y de una distancia no hecha hasta ahora, todo salió fenomenal. Incluso ante el calor, con más de 20 grados al mediodía, los nazarenos respondieron bien» y, sobre todo, el público. Nos esperaban la cantidad de gente que hubo en la salida, como tampoco la que se congregó en el barrio de las Letras, ya de vuelta. «Nos quedamos gratamente sorprendidos». Un regreso «súper bonito» por cómo es el barrio, y porque hacen parada en el convento de las Trinitarias, donde las religiosas le cantan al Cristo.
Con una flagelación incorporada a una entrada en Jerusalén (Borriquita), y un Crucificado (Estudiantes), «el Silencio ha hecho del Domingo de Ramos una jornada más completa». Redondea un día que se vivió en Madrid, como les gusta decir a los cofrades del día que abre la Semana Santa, como el día de Reyes. Este año, con las ganas y la ilusión acumuladas de tres años.
Para más información sobre la Semana Santa en Madrid, con horarios de culto y procesiones, puede visitarse la web semanasanta.archimadrid.com.
«El hombre necesita a Dios», subrayó el cardenal Osoro en la Misa del Domingo de Ramos, en la que se recuperó la tradicional bendición de palmas. Rememorando la entrada de Jesús en Jerusalén, incidió en que llega en un pollino, símbolo de «humildad y sencillez», y en que el «grito de alegría» de la gente muestra que «necesitamos a Dios». «El abandono de Dios trae consecuencias tremendas. Dios nos recuerda que el otro es su imagen, que es mi hermano», aseveró. En la misma línea, en la Misa Crismal señaló a los sacerdotes que «ha de ser Jesús en la cruz la brújula de nuestra vida».