Madrid solicita un plan ante la migración
La Mesa por la Hospitalidad pide a las administraciones públicas un plan de respuesta integral y coordinado ante los flujos migratorios
Ya han pasado cerca de ocho años desde la crisis de Siria, que produjo un fenómeno novedoso por el volumen de personas que salieron del país y llegaban al nuestro en situación crítica, y desde entonces cada invierno hay una marea recurrente de familias y personas en situación de demanda de protección internacional que se ven abocadas a la calle ante la falta de una respuesta coordinada por parte de las administraciones públicas. Así lo explica José Luis Segovia, vicario para el Desarrollo Humano Integral y la Innovación de la diócesis de Madrid, que apunta: «Nuestra labor como Iglesia es no mirar a otro lado y tratar de dar respuesta». De ahí que la Mesa por la Hospitalidad, la Delegación Episcopal de Movilidad Humana y Cáritas Diocesana de Madrid, como las entidades de mayor implantación, hagan un trabajo de acogida, pero «llegamos a donde llegamos». Precisamente la mesa acaba de hacer público un comunicado en el que insta al Gobierno central, a la Comunidad de Madrid y al Ayuntamiento de Madrid a establecer un plan de respuesta a los flujos migratorios que sea integral, coordinado y respetuoso con la dignidad de las personas. «En invierno, y de manera recurrente, vemos con desgarro» la situación de calle de personas, algunas de ellas de especial vulnerabilidad como familias, mujeres embarazadas a punto de dar a luz y niños de edades muy cortas. La Mesa por la Hospitalidad no deja de reconocer el esfuerzo que se hace desde las administraciones públicas para atenderlos, pero lo considera «insuficiente y descoordinado». Sobre todo en Madrid, nudo de comunicaciones por avión, ferrocarril y autobuses, una ciudad que de por sí es «acogedora» y que tiene, en palabras de Segovia, recursos para dar respuesta a estas situaciones si hubiera un plan «que se anticipe y no que vaya a remolque de las adversidades».
Que no sea la Iglesia
Precisamente la Mesa por la Hospitalidad de la archidiócesis de Madrid surgió como un modo de dar respuesta a las situaciones de emergencia de refugiados o solicitantes de asilo en situación de calle, pero la realidad es que «los espacios de emergencia nuestros no deberían existir». «El ideal no es que la gente duerma en un salón parroquial», continúa Segovia. De ahí la insistencia en que se sienten juntas las tres instituciones. El actual comunicado de la mesa es la segunda parte del que ya sacó en diciembre, Estas Navidades no tenemos plan. «Seguimos sin tener plan», y además «nos estamos encontrando con que a los migrantes se les deriva al aeropuerto de Barajas, donde los sindicatos policiales están denunciando la aparición de chinches y cucarachas» en las salas donde esperan los migrantes solicitantes de asilo.
Con la nota, sostiene el vicario, «queremos sensibilizar a las autoridades» para que hagan un plan «en el que colaboremos todos». Así, apelando a la Ley de Transparencia, en la nota de la entidad diocesana se solicita a las tres administraciones respuesta ante la cuestión de cuál es el plan previsto «para resolver la situación actual de colapso de los servicios sociales de emergencia y de atención a personas migrantes» y qué acciones se están llevando a cabo para coordinarse con el resto de las administraciones, con el tercer sector y con la sociedad civil.
La Mesa por la Hospitalidad se puso en marcha en la archidiócesis de Madrid en 2015 a instancias del entonces arzobispo, cardenal Carlos Osoro. De ella forman parte SERCADE, Cáritas Diocesana de Madrid, la comisión diocesana de Justicia y Paz, la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid, CONFER Madrid, la Delegación Episcopal de Migraciones y Pueblos Unidos. A día de hoy hay tres familias acogidas en el colegio La Salle San José, cinco personas en la parroquia San Ramón Nonato y dos en las religiosas vedrunas, estando todas al completo. La mesa cuenta con espacios permanentes de acogida y una bolsa de parroquias que se van rotando por meses.
Segovia asegura que cada comunicado que han emitido en este sentido «conciencia y motiva», aunque «lamentablemente el que las administraciones se sienten juntas» no se ha dado todavía. Reconociendo la «buena voluntad» de cada una por separado, «la eficacia es negativa». Por eso, subraya que este es un «problema estructural» de la sociedad y que, «aspirando a que los flujos sean regulares y legales, obviamente, como pide el Papa», «si cada vez hay más restricciones», seguirán surgiendo «vías alternativas no legales».