Luis Marín de San Martín: «El documento final del Sínodo no es un código cerrado»
El subsecretario del Sínodo afirma que, al no escribir exhortación apostólica, el Papa da «un testimonio de sinodalidad práctica»
Con el documento final del Sínodo sobre sinodalidad aprobado el pasado sábado —antes de la clausura el domingo— se delinea una forma de gobierno eclesial menos piramidal.
El ministerio en la Iglesia no es poder, sino servicio: el Papa, el obispo, el sacerdote, no son monarcas aislados, sino que ejercen su ministerio en y desde el pueblo de Dios. No se trata, evidentemente, de negar la dimensión jerárquica de la Iglesia, que es constitutiva, pero sí de reconsiderarla desde la dimensión de servicio. Desde ahí se advierte la necesidad de revisar las estructuras, para que respondan verdaderamente al criterio de corresponsabilidad; la apuesta por la descentralización, desde el principio de subsidiariedad; la exigencia de generar procesos de transparencia, rendición de cuentas y evaluación. Esto no debe considerarse una amenaza, sino una ayuda.
Sorprende la decisión del Papa de no escribir una exhortación apostólica.
El Pontífice ha puesto en valor todo el proceso, ofreciéndonos un testimonio de sinodalidad práctica, de respeto al trabajo realizado. Además, no debemos olvidar que los documentos tienen un carácter instrumental, no son un fin en sí mismos: si ya tenemos un instrumento válido, ¿para qué multiplicar documentos? Además, el Santo Padre, con su decisión, hace una apuesta creativa que supera el rutinario «siempre se ha hecho así».
Ahora entramos en la fase de implementación. ¿Cómo tienen que acoger el documento las Iglesias locales?
No es un catálogo normativo, impulsa procesos e indica sendas a recorrer. También debe respetarse siempre la variedad de contextos y situaciones culturales en las que se encarna el Evangelio. Por eso el documento nos habla de la importancia de los lugares. Los desarrollos no son uniformes. Partiendo de la unidad del depósito de la fe, debemos integrar la variedad como riqueza. Un reto es el de superar la perspectiva exclusivamente latina y occidental y abrirnos a otras perspectivas. Por eso, en muchos aspectos caben diferentes desarrollos. Más que ofrecer un código minucioso y cerrado, el Sínodo abre puertas y ofrece posibilidades.
¿Qué implica la posibilidad de que las conferencias episcopales amplíen su ámbito de competencia doctrinal?
Aquí también se parte de la unidad. Evidentemente, no significa que puedan inventar un dogma o cambiar la doctrina; pero la idea es que, siempre en conexión y en diálogo, las conferencias puedan adaptar la vida cristiana y las expresiones de la fe, sin comprometer la unidad y la catolicidad de la Iglesia. No solo en lo que se refiere a las expresiones litúrgicas, sino también catequéticas, pastorales, disciplinares, teológicas, etc.
Una de las propuestas más concretas es la creación de ministerios específicamente para laicos. ¿Cómo se podría concretar en la práctica?
Debemos desarrollar mucho más los ministerios laicales. Tenemos tres instituidos para toda la Iglesia: lector, acólito y catequista. Pero puede haber otros, bien para toda la Iglesia o bien para una zona geográfica concreta. Como he señalado antes, el documento abre puertas. Ahora hay que reflexionar y ver qué posibilidades hay de realizar esta propuesta en cada contexto y si son necesarios otros ministerios, otros servicios; como, por ejemplo, uno de la escucha, del que habla el documento.
El Papa había confiado a un grupo de trabajo externo el estudio de la cuestión del diaconado femenino, pero finalmente se ha colado en el documento final.
No es que el Papa haya sacado estos diez temas del orden del día de la Asamblea para evitar que se dialogue sobre ellos. Al revés, son el primer fruto del Sínodo. Se advirtió su importancia en la primera sesión y había consenso en la necesidad de estudiarlos. Pero su profundización requiere más tiempo. Por eso el Santo Padre los ha confiado a diferentes grupos de estudio, internacionales en su composición y sinodales en su metodología. En el documento se hace referencia a varios de ellos: el papel de la mujer, la misión digital, la pobreza, el ecumenismo… Pero el estudio profundo corresponde a los grupos. Se necesita tiempo.