Luis Chiva: «Albergo la esperanza de que el feto volverá a ser protegido» - Alfa y Omega

Luis Chiva: «Albergo la esperanza de que el feto volverá a ser protegido»

José María Ballester Esquivias
Foto: Universidad de Navarra.

Director del Departamento de Ginecología y Obstetricia de la Clínica Universidad de Navarra, fue distinguido por el Colegio Americano de Cirujanos entre los diez mejores cirujanos del mundo. Para él es una oportunidad para destacar la calidad de la medicina española.

¿Hacia donde se dirige la medicina en España?
En primer lugar, la medicina en España es una realidad envidiable, con una cobertura, en la práctica, universal y con un porcentaje de la población que incluso tiene una doble cobertura. Esto hace que tengamos una medicina primaria que esté planteándose trabajar en prevención o en la mejora de la calidad de vida de nuestros mayores y personas con discapacidad.

¿Y su nivel?
Es altísimo, gracias a sus profesionales. Se puede decir que destaca en el horizonte de la medicina mundial.

Siendo más concreto…
…la medicina española va hacia la personalización en el mundo de la oncología, a las cirugías mínimamente invasivas y muy probablemente, como todas las medicinas del mundo, hacia la prevención de las enfermedades, que es el verdadero modo de mejorar la calidad de vida e incrementar la esperanza de vida.

¿Cuáles serán las principales evoluciones médicas?
Más que de evoluciones, hablaría de avances médicos. Quizá lo más importante, desde el punto de vista de la medicina, haya sido el conocimiento del genoma humano. El haber sido capaces de descifrarlo nos ha permitido conocer la realidad de cada persona como individuo, de tal modo que, poco a poco, vamos a poder entender la predisposición personal de cada uno a la aparición de enfermedades. También, gracias al descubrimiento del genoma, hemos descubierto la personalidad molecular de los tumores: cada tumor ya tiene una decena de tumores que lo hacen único e irrepetible.

¿Cada tumor?
No solo cada tumor, también cada metástasis de cada tumor. Esto va a modificar en la práctica completamente el modo de tratar. No vamos a tratar cánceres, sino el cáncer específico de una persona concreta.

¿Y la tecnología?
Lógicamente: ha permitido realizar un diagnóstico tremendamente exitoso y detallado, como pasa con los escáneres de última generación, con las resonancias de tres teslas, los tratamientos que incluyen PET-TAC… Todo esto, probablemente, utilizando big data e inteligencia artificial. El diagnóstico será de precisión.

¿Y los avances quirúrgicos?
Han supuesto una mejora de la disminución de las complicaciones posoperatorias y un éxito impresionante de cirugías que antes eran de gran complejidad: ahora las estamos realizando por orificios muy pequeños a través de cirugía mínimamente invasiva, y más concretamente a través de la robótica. Todo lo cual ha permitido que, en un país como España, hayamos duplicado la esperanza de vida en un siglo. Ahora tenemos tanto en el hombre como en la mujer una esperanza de vida por encima de los 85 años.

¿Es irreversible la tendencia actual favorable al aborto?
Sinceramente, albergo la esperanza de que el feto volverá a ser protegido, como lo son las crías de tantos animales en el mundo. Y lo será en la medida que conozcamos el ecosistema en el que es único e irrepetible en el mundo que lo hace independiente. Será también más respetado cuando se vea que es un hecho discriminatorio acabar con la vida de un ser que tiene un futuro completamente prometedor.

¿Y respecto de la eutanasia?
Es una realidad muy similar. Los casos son muy limitados en nuestro ámbito. Pero la Ley de la Eutanasia pone en discusión si estamos poniendo todos los medios necesarios para paliar el sufrimiento en un momento tan especial como es el término de la vida. En cualquier caso, es algo que, al igual que la objeción de conciencia, tiene que ser profundamente respetada.

¿Por qué?
Ninguno de los profesionales que nos dedicamos en cuerpo y alma a prolongar de un modo eficiente, pero también cuidando de la calidad de vida de estas personas que están cercanas a la muerte, podemos aceptar que se nos pueda obligar a que terminemos de un modo directo con la vida de estas personas. Podemos aliviar el sufrimiento, la angustia, podemos ofertar confort a estas personas que están al final de su vida, pero jamás terminar abruptamente con ellas.

Las operaciones de cambio de sexo.
No es mi especialidad. Pero como médico y responsable de un Departamento de Ginecología, tengo criterio propio.

Diga.
El cambio de sexo es uno de los temas y de las indicaciones más delicadas con la que se puede enfrentar un médico. Definitivamente, hay circunstancias muy concretas que, por malformaciones congénitas o alteraciones profundas de la personalidad en las que se podría plantear este cambio de sexo para ayudar a estas personas que se ven encerradas en un cuerpo que no es el suyo, o que sencillamente es hermafrodita. Estos son los casos más minoritarios y marginales.

¿Cuáles no lo son?
Lo que me produce tristeza y preocupación es que adolescentes planteen encima de la mesa un cambio de sexo del que después se arrepientan. Surge aquí el imperativo de la objeción de conciencia para quien así lo considere. Y, por supuesto, cada caso ha de ser examinado con una meticulosidad infinita antes de una toma de decisión de este tipo, que suele ser irreversible.

Su optimismo también parece irreversible.
Vuelvo a decirlo: tenemos en España una medicina de altura, envidiable, con un gran nivel científico y académico y con cobertura universal.

Es difícil pedir más.
Dicho esto, siempre hay un espacio para la mejora. Me gustaría recalcar que es importante que sigamos profundizando en algo relevante: la medicina centrada en la persona, un asunto que en muchas ocasiones no discutimos ni enseñamos, ni entrenamos lo suficiente en la Facultad de Medicina.

¿Puede definir a la medicina centrada en la persona?
Significa que cada ser humano, de modo individual, tiene un valor inabarcable e inconmensurable. Merece la pena que pensemos en cada individuo. Esto tiene unas connotaciones éticas increíbles que van más allá de planteamientos superficiales.

Es decir…
…que la vida del ser humano es única e irrepetible y que tiene toda la dignidad del mundo para ser cuidada. Cuando se tiene ese planteamiento, cualquier visión ética se queda fuera de lo que es la ética de consenso –o ética de la mayoría– y se convierte en la ética personalista, donde cada ser humano lo vale todo.