Ludwig. Elemental, querido Ludwig - Alfa y Omega

Ludwig. Elemental, querido Ludwig

Isidro Catela
David Mitchell y Anna Maxwell Martin protagonizan la serie
David Mitchell y Anna Maxwell Martin protagonizan la serie. Foto: Movistar Plus+.

Un crimen encima de la mesa nada más empezar, un peculiar detective, muchas pistas falsas y una sesión coral para que todas las piezas encajen y el asesino sea descubierto. Supongo que es una melodía que les resulta familiar: mucho de Agatha Christie, bastante del racionalismo de Sherlock Holmes y una pizca del genuino atolondramiento de una Jessica Fletcher en Se ha escrito un crimen o del que hay, todavía más acentuado, en la versión patria de Los misterios de Laura. En este sentido, nada nuevo bajo el sol de Ludwig, una serie de detectives que hasta el momento cuenta con una temporada, de seis capítulos que no llegan a la hora de duración cada uno. Y, sin embargo, esta nueva apuesta británica por la serie de género se deja ver muy bien, puede disfrutarse en familia. Por aquello del crimen en primer plano, aunque no sea en absoluto una serie truculenta, mejor no verla con menores de 14 años. Pero puede ser una ocasión estupenda para aficionar a los adolescentes y jóvenes a que sean lectores a las novelas del tipo Y no quedó ninguno (antes Diez negritos). La serie nos presenta a John Taylor, un solitario y agorafóbico creador de pasatiempos bajo el seudónimo de Ludwig, que tiene que hacerse pasar por su hermano gemelo, inspector de Policía en Cambridge, que ha desaparecido de forma misteriosa y repentina. Salimos a caso resuelto por episodio, aunque lo mollar de la historia queda por resolver, lo que nos hace pensar que habrá segunda temporada. Desde el punto de vista del entretenimiento, la trama cuenta con toques de humor inglés, que hará las delicias de los fans y ayudará a desengrasar la tensión que obviamente debe existir cuando hay un crimen y se trata de atrapar al asesino. Como suele suceder en estos casos, ese planteamiento viene acompañado de unas historias personales con numerosas heridas abiertas que hay que ir cauterizando. Todo delante de nuestras narices y, sin embargo, todo pasa desapercibido. «Elemental, querido Ludwig», que diría Holmes.