Los tres encargos de José Cobo a la Institución Teresiana por el centenario de su aprobación pontificia - Alfa y Omega

Los tres encargos de José Cobo a la Institución Teresiana por el centenario de su aprobación pontificia

El arzobispo de Madrid confía a esta asociación internacional de fieles el remedio a la polarización, el populismo y la posverdad

Rodrigo Moreno Quicios
El cardenal José Cobo en la Misa en homenaje por el centenario de la aprobación pontificia de la Institución Teresiana
El cardenal José Cobo en la Misa en homenaje por el centenario de la aprobación pontificia de la Institución Teresiana. Foto: Archidiócesis de Madrid.

«En 100 años el mundo cambia mucho, la sociedad, la educación, los retos… Dicen que estos son tiempos difíciles, pero tampoco fueron fáciles los tiempos de inicio. Parece que es una habilidad de la Institución Teresiana: educar en tiempos difíciles», dijo el viernes 12 de enero el arzobispo de Madrid, el cardenal José Cobo, en su homilía durante una Misa en la catedral de la Almudena para celebrar el centenario de la aprobación pontificia de la Institución Teresiana por Pío XI en 1924. Fue una celebración en la que estuvieron presentes además los cardenales y arzobispos eméritos de Madrid Antonio María Rouco Varela y Carlos Osoro, así como el obispo auxiliar Juan Antonio Martínez Camino. Tanto las preces como las lecturas se hicieron en varios idiomas y hubo participantes de todos los países.

Según el cardenal Cobo, una de las claves del éxito de esta asociación internacional de fieles, fundada en 1911 por san Pedro Poveda, es su parecido con las primeras comunidades cristianas tal como se describen en los Hechos de los Apóstoles: «Eran distintas, eran significativas porque desplegaban ilusión y esperanza para todos y porque se querían; y eso atraía a todos los que los contemplaban».

Cobo elogió el celo apostólico de esta institución diseminada por el planeta: «En distintos lugares del mundo siempre encontramos educadores que sienten el impulso de Pedro Poveda enfrentándose a situaciones complicadas y afrontándolas de frente». También reconoció las dificultades que superó en su origen por nacer en «tiempos de martirio», un pasado doloroso que no ha impedido a sus miembros «hacerse responsable de la complejidad de cada momento». «Esta es la luz que también recogemos hoy: afrontar cada día desde la luz y el sabor de Cristo», añadió.

El arzobispo de Madrid señaló que «la Iglesia y el mundo hoy siguen necesitando vuestra experiencia que parte de la fe». Aunque «cambian los tiempos», aclaró, en esta realidad de la Iglesia permanecen inmutables «la fe y la vocación recibida». «Es la vocación, la llamada desde el origen, la que da alma a cada educador y educadora para afrontar la marcha de la institución», valoró.

Tres remedios para la polarización, los populismos y la posverdad

El arzobispo de Madrid se hizo eco en su homilía de la cita de Pedro Poveda que dice: «Dadme una vocación y yo os devolveré una escuela, un método y una pedagogía». A su juicio, en esta convicción está el remedio a «la sociedad de la polarización, del populismo y de la posverdad». Son realidades que oscurecen la sociedad, pero «en esta oscuridad lo que sí sabemos es que nuestro mundo necesita la sal y la luz de Jesucristo», aseguró.

Para vencer la primera oscuridad, la de la polarización, José Cobo les recomendó ser «luz y sal; esa es vuestra antorcha que el mundo necesita». «Vosotros podéis ofrecer la luz y la sal desde la educación, en vuestra experiencia de comunidad y de vida laical, esa en la que habéis ahondado estos años», puso en valor. «Desde ahí tenéis el reto de enseñar a la Iglesia y atender la polarización con la medicina de la educación, de la atención a la diversidad y la tolerancia en cada estudio y en cada proyecto», les encargó. En su opinión, «la polarización y fragmentación en la que vivimos se combate desde el trabajar juntos».

Una intuición que, como subrayó el cardenal, ya poseía Pedro Poveda al proponer «coordinar fuerzas, crear redes y sinergias nuevas siempre y en todos los campos». En su momento, el santo decía: «Nadie es capaz de calcular lo que darán de sí ocho o diez maestros unidos en pensamientos, deseos y obras». Una cita que el cardenal sacó a relucir añadiendo que «ese aprendizaje es el que vivimos en la Iglesia y el que seguimos necesitando, que suena a unir voluntades, a caminar juntos y a sinodalidad».

Para mitigar el riesgo de los populismos, «que ahora mismo nos ciegan y nublan», Cobo valoró la ayuda de la Institución Teresiana al «responder por medio de la luz de la educación transformadora, esa que late en vuestra vocación desde el principio». Y elogió que en las escuelas vinculadas a ella «no se ofrece cualquier educación sino una que saca lo mejor de cada persona y la integra».

Y para superar la amenaza de la posverdad, «la mejor arma que puede aportar la Iglesia es la fe en Jesucristo, que da dignidad al ser humano y es la sal y luz de nuestro mundo», dijo. Reivindicó que «la humanización brota de la fe y nos hace reconocer a los pueblos, a las personas y a las culturas en un proyecto humanista que se ha difundido por toda la tierra».

Promoción de las mujeres

El arzobispo de Madrid finalizó su homilía pidiendo a la Institución Teresiana que «no dejéis de ahondar en esta experiencia educadora nueva y en creer en la educación como la que transforma el mundo». Asimismo, exhortó a sus integrantes a seguir «apoyando y descubriendo el rostro femenino de la Iglesia y el papel de la mujer en ella». Puso en relieve que «la propuesta de Pedro Poveda incluyó desde el principio un gran trabajo en la promoción de las mujeres». «Este tesón no queremos dejar de acogerlo en la Iglesia como reto y tarea que aún no está completada; seguid apoyándola y ayudándonos a crecer», los emplazó.

Finalmente, el cardenal pidió aprovechar el aniversario como trampolín para más logros. «Esta es una celebración para mirar al futuro y preparar los próximos 100 años con esperanza; esos 100 años dependen de los que estamos aquí», concluyó.