Los temporeros «viven como animales»
Un informe conjunto de Cáritas Diocesana y la Universidad de Huelva describe las «condiciones paupérrimas» en la que viven los temporeros en los asentamientos de la provincia. El acceso al agua es la necesidad más acuciante
«Viven como animales», «sus condiciones compiten con las peores que he visto en cualquier parte del mundo». Así definió a principios de febrero el relator especial de la ONU sobre la extrema pobreza y los derechos humanos, Philip Alston, la situación de los temporeros con los que se encontró en varios asentamientos de Huelva.
Sicce, de 43 años y originario de Burkina Faso, vive desde hace seis años en uno de ellos. Llegó a España en cayuco después de jugarse «la vida, primero en el desierto y luego en el mar». «Fue demasiado peligroso», asegura en conversación con Alfa y Omega.
La vida en el asentamiento la describe en términos similares a los de Alston: «La situación es muy difícil. No tenemos absolutamente nada. Ni siquiera agua». En su caso, la consigue de las garrafas que los agricultores emplean en el campo para regar y él la utiliza para bañarse, beber y cocinar.
Pero Sicce confía en que esta situación cambie pronto. Sus esperanzas están puestas en el informe que la semana pasada presentaron Cáritas Diocesana y la Universidad de Huelva sobre la situación de salud de los inmigrantes de los asentamientos de Huelva, y que ambas instituciones le hicieron llegar al relator especial de la ONU.
El informe documenta los asentamientos como «lugares aislados, inseguros e insalubres», advierte de la «alta probabilidad de incendios» y describe las «condiciones paupérrimas de habitabilidad de las viviendas», que son uno de los «factores determinantes de la salud de esta población».
«Ojalá cambie la situación y a raíz del informe se pueda conseguir que nos pongan, por lo menos, agua», pide Sicce. «Eso ayudaría mucho», y también «que nos podamos empadronar. Actualmente no nos dejan y eso nos cierra las puertas del permiso de residencia y de trabajo».
Agua y el resto de necesidades
El tema del agua es, sin duda, «la necesidad más acuciante para ellos», asegura Juan Manuel Breva, responsable de Exclusión de Cáritas Huelva. «En muchos de los asentamientos el agua está a varios kilómetros y esto supone una inversión de tiempo muy grande después de su jornada de trabajo».
Además del agua, «las necesidades básicas de los asentamientos, como el saneamiento o la luz son totalmente inexistentes e inimaginables», añade, al mismo tiempo que denuncia que «la falta de acceso a los derechos humanos es evidente y sangrante. Son unas condiciones verdaderamente lamentables».
Acompañamiento y formación
Ante este panorama, Cáritas Diocesana de Huelva trabaja en dos líneas. Por un lado, «ayuda con la satisfacción de algunas necesidades básicas: alimentos, ropa, zapatos, mantas, medicamentos…». Pero también ofrece a quienes viven en los asentamientos «una línea de promoción e información especializada». «Hay que tener en cuenta que la dificultad en muchos casos para hablar español, por ejemplo, nos obliga a que los acompañamientos personales sean muy habituales», explica Breva.
Por otro lado, «en los últimos años, estamos haciendo un esfuerzo extra para lograr visibilizar esta situación» y así «intentar que esos derechos vulnerados de los que hemos hablado antes se logren». En especial, «el acceso al agua, la recogida de basuras o el empadronamiento de los inmigrantes».
Medidas de choque
Para lograrlo, el responsable de Exclusión de Cáritas Huelva advierte de que «los asentamientos son una realidad con múltiples aristas» y pide «una propuesta consensuada y promovida por todos los agentes sociales que participan o intervienen de esta realidad: municipios, sindicatos, empresarios, entidades sociales y demás administraciones públicas».
En concreto, Cáritas ha propuesto una batería de actuaciones en los asentamientos a partir de los resultados descritos en el informe. Piden «la aplicación de medidas de choque, tales como la limpieza de las zonas en las que se encuentran los asentamientos o la instalación de contenedores; la puesta en marcha de alternativas reales de alojamiento, adaptadas a la realidad de las personas temporeras que acuden y trabajan en la provincia; que los municipios faciliten la posibilidad de empadronamiento a las personas que viven en los asentamientos, tal y como señala la legislación vigente, y que comience una reflexión sobre el procedimiento de regularización administrativa de las personas inmigrantes, específicamente en el ámbito agrario».