«Los templos son de los lugares más seguros»
«La pandemia nos puede llevar a una parálisis celebrativa», asegura Jesús Rosillo, consultor de la Comisión Episcopal de Liturgia de la CEE, que este miércoles ha organizado su encuentro anual sobre Liturgia y pandemia. Sin embargo, «la caridad pastoral de la Iglesia sigue buscando cauces apropiados para derramar la gracia sobre cada uno»
¿Ha habido durante estos meses un trabajo coordinado entre las distintas diócesis sobre cómo celebrar la liturgia en nuestros templos?
Durante este encuentro de delegados diocesanos de liturgia, en el que nos hemos dedicado en parte a compartir la vivencia litúrgica en nuestras diócesis en esta pandemia, percibimos que está siendo un tiempo en el que experimentamos preciosos signos de comunión eclesial. En el ámbito litúrgico se han dado gran cantidad de realidades y signos de comunión en las distintas iglesias particulares. Un ejemplo de ello ha sido un material que la misma Conferencia Episcopal puso en manos de todas las familias en versión digital para poder vivir la Semana Santa en casa.
Hay muchos fieles que no pueden acudir a Misa por tener patologías previas de riesgo. ¿Cómo se acerca la Iglesia a ellos?
En primer lugar, es imprescindible reconocer al mismo Jesús acercándose a cada uno de los que sufren. Él es el que nos primerea haciéndose cercano a cada corazón que tiene sed de su amor. Pero también la caridad pastoral de la Iglesia le hace buscar cauces apropiados para derramar la gracia sobre cada persona. Alienta a ello descubrir que sus comunidades no han dejado, ni dejan de celebrar la Eucaristía por cada uno ellos.
Podemos constatar que la mayoría de los sacerdotes han seguido fielmente, incluso en el confinamiento domiciliario, ofreciendo la misa por sus comunidades. También serían reseñable los esfuerzos que se han realizado por llegar a las casas por el cauce de los medios digitales.
¿Cómo mantener la fe sin los sacramentos?
Durante nuestra jornada de encuentro se ha descrito cómo en este tiempo la Palabra de Dios ha alcanzado centralidad en la familia, verdadera Iglesia doméstica. También ha sido un momento propicio para que muchos cristianos conocieran o retomaran el rezo de la liturgia de las horas. Y cómo no, la gran importancia de descubrir la presencia de Dios en el deseo de recibirlo. Allí ya se da un verdadero encuentro con el Resucitado.
También hay otros muchos que han dejado de ir al templo por miedo al contagio. ¿Cómo recuperarles?
Hay que reconocer que los templos se encuentran entre los lugares más seguros ante los contagios de esta pandemia. Aún así se puede entender perfectamente que haya muchos cristianos que teman. Creo que en primer lugar es bueno, desde la sencillez, reconocer la cercanía de Cristo que siempre está a nuestro lado. Su amor y misericordia son capaces de hacernos llegar su gracia en las situaciones más complicadas.
Es amplio el testimonio de los responsables de la pastoral de la salud de nuestras parroquias y comunidades que les han sabido expresar continuamente la cercanía de su comunidad con gestos diversos llenos de ternura. También para ellos la cercanía de las celebraciones retransmitidas por los medios audiovisuales son un gran regalo por el que no pierden la cercanía con sus comunidades.
La liturgia se ha empobrecido mucho en estos meses: misas sin cantos, ausencia del gesto de la paz, muchos ven la misa por la televisión o por internet… ¿Cree que esta situación va a pasar factura a la tensión espiritual de los fieles españoles?
Como sucede en otros ámbitos, lógicamente, la pandemia nos puede llevar a la parálisis celebrativa. Por ello es necesario no escatimar esfuerzos por parte de los que colaboran en los equipos de liturgia para afianzarse desde lo esencial. Fue entusiasmante comprobar, cuando terminó el confinamiento domiciliario, cómo nuestras feligresías manifestaban su necesidad de recibir a Cristo en el pan eucarístico después de tanto tiempo de ayuno. Los sacerdotes podíamos ver la emoción de los fieles cuando recibían a Cristo en la Sagrada Comunión después de tanto tiempo.
Sobre el sacramento de la Confesión, que exige mayor cercanía física, ¿qué respuestas se están dando para que no se abandone?
En primer lugar, conviene indicar que se pueden cuidar perfectamente las medidas para poder acceder al sacramento de la confesión con toda la seguridad necesaria. En muchos templos se habilitado un lugar espacioso adaptado para las medidas anti-covid. También en los momentos más difíciles del confinamiento domiciliario, ante la imposibilidad de confesarse el Papa Francisco invitaba a un arrepentimiento sincero con el propósito de acudir al sacramento del perdón en el momento que fuera posible.
Durante el confinamiento y en los meses siguientes se animó desde la Iglesia a la «creatividad de la caridad». ¿Se está llevando esta creatividad también a la liturgia? ¿Qué iniciativas interesantes hay en este ámbito?
La liturgia siempre es creativa porque hace actual la presencia del misterio pascual de Cristo en cada lugar, en cada circunstancia, en cada momento. Durante este tiempo hemos podido sentir muy de cerca la vivencia celebrativa sobre todo con el Papa Francisco y nuestros obispos. También muchas comunidades han podido sentir cercana a su comunidad parroquial gracias a los medios modernos que hacen acortar distancias.