Los templos se adaptan a las restricciones - Alfa y Omega

Los templos se adaptan a las restricciones

Las nuevas medidas del Gobierno de la Comunidad de Madrid frente al coronavirus obligan a las parroquias a modificar los horarios de Misas y grupos y a volver al online en algunas actividades

Begoña Aragoneses
La catequesis se imparte en el coro para garantizar la distancia y el espacio ventilado. Foto: Parroquia de San Germán

Los templos de Madrid se están adaptando estos días a las nuevas restricciones impuestas por el Gobierno regional ante el aumento de contagios de coronavirus. La más destacada ha sido el adelanto a las 21:00 horas del cierre de los templos para cumplir con el toque de queda, a las 22:00 horas. Ello ha obligado a ajustar los horarios de las actividades y, en algunos casos, a volver a los formatos virtuales o a suspender las Misas de última hora.

En la parroquia San Germán, con cerca de 40 grupos, han ido haciendo encaje de bolillos, pero, como para el resto de parroquias, no es problema: con la pandemia se han vuelto muy elásticas. Así ha pasado con los doce grupos de matrimonios. El párroco, Mario Fernández, relata: «Antes de la pandemia se reunían dos o tres en la parroquia y el resto en las casas; en el confinamiento se hacía online; en septiembre, volvieron a la parroquia y ahora, otra vez a internet», porque además, en las casas, con las nuevas medidas solo puede haber convivientes.

Aparte de cumplir con el aforo prescrito para las celebraciones –un tercio en las zonas confinadas perimetralmente y un 50 % en el resto–, el formato de actividades presenciales se ha adaptado cumpliendo a rajatabla con las pautas sanitarias: uso obligatorio de mascarillas, distancia de seguridad, empleo de gel hidroalcohólico y desinfección de zonas después de cada reunión. En San Germán, incluso, han añadido toma de temperatura a los niños. Estos acuden a la catequesis en grupos alternos cada 15 días y se reúnen en el coro, dentro del templo, «a la antigua usanza», explica el padre Mario. Los jóvenes ahora acaban antes sus encuentros de los viernes, y la Eucaristía de 20:30 horas de sábados y domingos se celebra un cuarto de hora antes.

Con todo, como reconoce el párroco, el problema sigue siendo el miedo, sobre todo de los mayores. Han cerrado por las mañanas la capilla de la adoración perpetua para que ellos, que son los que más van a esas horas, «no se sientan obligados». «Y a la Misa de 17:30 horas de los sábados, la suya, vienen menos», aunque es verdad que los que asistían a diario siguen haciéndolo. «Son un ejemplo de cómo vivir la fe», concluye.