Los reyes visitan a los humildes
La Iglesia adora a Dios, predica la Buena Noticia, alimenta a los hambrientos, cura a los enfermos y trae a Cristo al mundo en la Eucaristía. Los reyes de España han querido honrarla con su visita al centro de mayores de Cáritas
Sus majestades los reyes visitaron hace pocos días el centro de atención a mayores dependientes de Cáritas Diocesana de Madrid Santa Catalina de Alejandría, que sirve a los vecinos de 14 localidades de la Mancomunidad Intermunicipal del Sudeste de la Comunidad de Madrid. Se trata de una zona que sufre el drama de la despoblación.
En estas fechas recordamos el nacimiento de Jesús, de la casa del rey David, que pernoctó en un pesebre a las afueras de Jerusalén porque no había sitio en la posada ni para él ni para sus padres, el silencioso José, carpintero, y la inmaculada María, en cuya presencia entraban ángeles. El Salvador del mundo, el Hijo de Dios vivo, perfecto Dios y perfecto hombre, vino a acampar entre nosotros lejos de las casas lujosas –los chalés de la época– y de palacios señoriales como los ministerios de hoy día. No lo acompañaron los políticos de su tiempo ni los altos cargos. Estaban ausentes los profesores, los maestros y los intelectuales. Acudieron los pastores que, en lugar de dormir, velaban a sus rebaños. Ya sabemos que el buen pastor, el que cuida y se preocupa, es el que da la vida por su rebaño y sale a buscar la oveja que le falta, no el que se acomoda plácidamente en su casa. El buen rey, como Salomón, pide sabiduría en beneficio de su pueblo. El mal gobernante pide sangre como Herodes.
Este año ha sido un tiempo de especial dolor en toda España. Decenas de miles de hogares lloran la ausencia de un familiar, un amigo, un vecino, un conocido. La debilidad de la condición humana se manifiesta en momentos como este que atravesamos. A un mundo desgarrado por la enfermedad, la soledad y la pobreza, viene este Niño cuyo nacimiento es la prueba más elocuente de que Dios no ha abandonado al ser humano, en cuyo rostro ha impreso su huella indeleble.
Este centro de mayores de Cáritas Diocesana de Madrid atiende a los mayores, a los más débiles, a los más vulnerables y a los preferidos de ese Dios que «enaltece a los humildes». De hecho, fueron dos ancianos, Simeón y Ana, quienes reconocieron al Mesías cuando sus padres llevaron a Jesús al templo. De Simeón se dice que «esperaba el consuelo de Israel». De ella, que «hablaba del Niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel». Como Israel entonces, como toda la humanidad siempre, también nosotros ahora necesitamos consuelo y esperanza.
El rey de España–como el rey de Jerusalén, la ciudad tres veces santa, el lugar donde sucedió el acontecimiento más importante de la historia de la humanidad: la Resurrección–, ha visitado a estas personas humildes a quienes Cáritas sirve. Esto hace la Iglesia: adora a Dios, predica la Buena Noticia, alimenta a los hambrientos, cura a los enfermos, lleva el consuelo a quienes sufren y trae a Cristo al mundo en la Eucaristía. Felipe y Letizia, reyes de España, han querido honrarla con su visita.
Feliz Navidad.