Los refugiados eritreos en Tigray necesitan ayuda «desesperadamente» - Alfa y Omega

Los refugiados eritreos en Tigray necesitan ayuda «desesperadamente»

Por primera vez desde el inicio del conflicto en el norte de Etiopía, ACNUR ha logrado acceder a dos campos. A diferencia de las noticias que llegan de otros, no están dañados pero sus habitantes llevan dos meses sin recibir ayuda

Redacción
Foto: UNHCR / Chris Melzer

Después de dos meses, una delegación del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha podido acceder en los últimos días a la región etíope de Tigray (Etiopía). Allí, ha constatado «la desesperada necesidad de suministros y servicios» que tienen los refugiados eritreos en la región. Los representantes de la agencia internacional, explicó el martes su portavoz, Barbar Baloch, viajaron a los campos de Mai Aini y Adi Harush después de conseguir del Gobierno central un permiso para una única visita.

Afortunadamente, en ambos casos «los campos, edificios e infraestructuras han permanecido intactos», con muy pocos daños en hogares, colegios y dispensarios. Esto no impide a los refugiados temer por su seguridad. Durante los peores momentos del enfrentamiento, aseguró Baloch, «varios grupos armados los amenazaron y acosaron». Y aunque la situación parece haberse tranquilizado un poco tras la toma de Mekele a finales de noviembre, «nos dijeron que bandas armadas deambulan por los campos de noche, robando y saqueando».

Peor es el caso de los campos de Shimelba e Hitsats. ACNUR todavía no ha podido acceder a ellos, y sus trabajadores están «profundamente preocupados» por los informes que reciben «de daños significativos e indicios de que muchos refugiados han huido buscando seguridad y comida», asegura el portavoz de la agencia. Unos 5.000 han llegado a la ciudad de Shire, y «están viviendo en condiciones nefastas, muchos durmiendo al aire libre en las afueras de la ciudad, sin agua ni comida». Son muy pocos los que han optado por pasar a Sudán como sí han hecho 54.000 etíopes, explica a Alfa y Omega Giulia Raffaelli, portavoz de ACNUR en aquel país.

Bebiendo de un arroyo

El principal problema para los refugiados en Mai Aini y Adi Harush es que, debido al conflicto, los trabajadores humanitarios abandonaron la región y «se cortó el acceso de los refugiados» al apoyo que necesitan en su día a día. Por ejemplo, «sin combustible para las bombas los pozos no estaban operativos». Esto les obligó a «usar agua de un riachuelo cercano para lavarse, cocinar y beber», lo que ha acarreado una mayor incidencia de enfermedades gastrointestinales.

Desde el inicio del conflicto el 4 de noviembre, la única asistencia que habían recibido fue un reparto de comida por parte del Programa Mundial de Alimentos hace un mes. «Ahora se está planificando una segunda distribución», añade Baloch.

Además, ACNUR «está trabajando con el Gobierno y sus socios para restablecer una presencia regular y lanzar una respuesta basada en la información recogida». Para que esto sea posible, piden a las autoridades que se refuerce la seguridad en ambos campos. La organización también insiste en que, como ha pedido Naciones Unidas, se le permita «un acceso sin restricciones a todos los refugiados en Tigray».