Los ortodoxos ucranianos recriminan al patriarca Cirilo su silencio sobre la guerra
El domingo, en varias diócesis ucranianas vinculadas a la Iglesia ortodoxa rusa no se rezó por el patriarca de Moscú
Una vertiente a la que se presta poca atención en la invasión de Ucrania por parte de Rusia es cómo la llegada de las tropas rusas y su intento de tomar el país está añadiendo aún más tensión a la ya frágil situación de los ortodoxos en el país. El domingo, en varios lugares los sacerdotes de la Iglesia ortodoxa ucraniana vinculada al Patriarcado de Moscú omitieron el nombre del patriarca Cirilo en los dípticos durante la celebración de la divina liturgia; el equivalente católico a no mencionar al Papa durante la plegaria eucarística.
No se trata, informa el experto estadounidense Peter Anderson, de decisiones individuales de los sacerdotes. Según él, las diócesis de Sumy, Rovnskaya, Mukachevskaya, Vladimir-Volynskaya y Yitomir han ordenado omitir el nombre del patriarca. «También se ha informado de que la diócesis de Vladimir-Volynskaya ha pedido una separación completa del Patriarcado de Moscú».
Nikolai Danilevich, uno de los dos portavoces de la Iglesia ortodoxa ucraniana vinculada a Kiev, explicó el martes en su canal de Telegram que en sitios como Volyn «hace ya mucho tiempo que no se conmemora al patriarca». Las razones, explica, son obvias: «La pérfida invasión abierta de Ucrania es un enorme error de Rusia», especialmente después de todas las promesas de que no iba a ocurrir.
«Esta es una guerra patriótica para defender la patria», por lo que «la Iglesia también se ha levantado», como en 1941. «Hoy Rusia no está en guerra con nuestro Gobierno, sino con el pueblo. Así es como lo percibimos». Y, en contraste, «la gente no ha oído del patriarca una valoración clara de esta guerra ni una llamada a detener esta locura».
«Ucrania es tierra rusa»
El lunes, el Santo Sínodo de esta iglesia ortodoxa hizo público un mensaje para el pueblo ucraniano, en el que llamaba a «todos a ser valientes, a intensificar la oración y a unirse en la defensa de nuestra patria». La Iglesia ortodoxa ucraniana vinculada a Moscú confirmaba «una vez más que siempre ha apoyado y sigue apoyando la soberanía estatal y la integridad territorial de Ucrania».
Por ello, sus líderes se dirigían de forma especial al patriarca Cirilo, instándole a «hablar sobre el cese del derramamiento fratricida de sangre en la tierra ucraniana y pedir a los líderes de la Federación Rusa que inmediatamente cesen las hostilidades que ya amenazan con convertirse en una guerra mundial».
Los obispos dependientes de Cirilo respondían con esta dureza a su homilía del domingo. En ella, solo se refirió a la invasión de Ucrania con términos como «la actual situación política en la hermana Ucrania», pidiendo a Dios que «no permita que se utilice para lograr que tengan ventaja las fuerzas del mal que siempre han luchado contra la unidad del Rus y de la Iglesia rusa. Dios no permita que se trace entre Rusia y Ucrania una terrible línea manchada con la sangre de nuestros hermanos».
«Que el Señor proteja de la batalla fratricida a los pueblos que componen el único espacio de la Iglesia ortodoxa rusa. No debe permitirse dar a fuerzas externas, oscuras y hostiles, una ocasión de burlarse de nosotros». Además, subrayaba que al referirse a la «tierra rusa», aludía a «la tierra que ahora incluye a Rusia, Ucrania y Bielorrusia».
Putin, más importante que sus fieles
Aunque en su caso era más previsible, también ha tenido palabras muy duras contra Cirilo el metropolita Epifanio, primado de la Iglesia ortodoxa ucraniana. Esta Iglesia fue constituida en enero de 2019 por el patriarca Bartolomé de Constantinopla, en un intento de unificar tres ramas diferentes de la ortodoxia ucraniana en una única Iglesia autocéfala. Pero una parte de los ortodoxos vinculados a Moscú optaron por mantenerse fieles al Patriarcado.
«Desgraciadamente, ya está claro por sus declaraciones anteriores que mantener el compromiso con Putin y el liderazgo ruso es mucho más importante para usted que ocuparse de la gente de Ucrania, algunos de los cuales lo consideraban su pastor antes de la guerra». Por eso, «no tiene sentido pedirle que haga algo efectivo para que la agresión rusa cese inmediatamente». Sin embargo, añadía, «apelo a usted para que al menos muestre misericordia por sus conciudadanos, su rebaño». Y le pedía que «ayude a llevarse los cuerpos de los soldados rusos» fallecidos por «las ideas del mundo ruso suyas y de su presidente».
En estos días, también se han difundido algunas declaraciones de líderes de la Iglesia ortodoxa ucraniana dirigiéndose a los fieles vinculados a Moscú que esta guerra era «la hora de la verdad» para romper esos vínculos y unirse en una única Iglesia ortodoxa ucraniana.
Ioan Sauca, secretario general en funciones del Consejo Mundial de las Iglesias, ha escrito una carta al patriarca Cirilo para pedirle que medie para frenar la guerra. «En estos tiempos de desesperanza, muchos le miran como el que podría traer un signo de esperanza en una solución pacífica», afirma el también sacerdote ortodoxo. «Por favor, alce su voz y hable a favor de los hermanos sufrientes, la mayoría de los cuales» son ortodoxos. «Le escribo para que intervenga y medie con las autoridades para parar esta guerra» y trabajar para «traer la paz por el diálogo y la negociación».
Sacerdotes desde Rusia
También entre los ortodoxos de la propia Rusia se empieza a manifestar una cierta contestación; si no frente a la actitud de su patriarca, sí respecto a la invasión. 236 sacerdotes y diáconos de la Iglesia ortodoxa rusa han hecho público este miércoles un manifiesto contra la guerra «fratricida», en el que piden un alto el fuego inmediato. Les mueve «el calvario al que se ha sometido inmerecidamente a nuestros hermanos en Ucrania». Un pueblo que debe poder ser artífice de sus propias decisiones, «sin presiones de Occidente ni de Oriente».
Entre el domingo del Juicio Final y el domingo del Perdón (los dos domingos que en la Iglesia ortodoxa preceden a la Cuaresma), los sacerdotes se muestran «preocupados por la salvación» de quienes hayan «dado órdenes homicidas». «No queremos que lleguen a este juicio llevando la pesada carga de las maldiciones maternas», ni que para ellos recibir la Comunión sea «no para la vida sino para el tormento eterno». Los sacerdotes también critican la detención de manifestantes que protestaban por la guerra: «Ningún llamamiento no violento a favor de la paz y por el fin de la guerra debería ser reprimido mediante la fuerza y considerando una violación de las leyes».