Los obispos sobre Ceuta: «No se puede utilizar la desesperación de familias y menores con fines políticos»
Este lunes llegaron a la ciudad autónoma en torno a 5.000 migrantes, tres veces más que en los últimos 17 meses juntos. Desde la diócesis de Cádiz y Ceuta recuerdan que son personas vulnerables
La Iglesia vive con preocupación la situación en Ceuta tras la entrada este lunes de 5.000 migrantes –entre ellos muchos niños– procedentes de Marruecos ante la pasividad de las fuerzas de seguridad del país vecino, que no han ejercido su habitual labor de contención. Una decisión que parece estar motivada por la acogida en España del líder del Frente Polisario, con quien el reino alauita mantiene un litigio por el Sáhara Occidental.
La dimensión de lo que está sucediendo se muestra con las cifras, pues en todo 2020 y hasta el 15 de mayo de 2021 entraron por Ceuta de manera irregular –por vía terrestre y marítima– un total de 1.530 personas. Es decir, solo en un día se ha multiplicado el número de migrantes recibidos.
Desde la Conferencia Episcopal Española (CEE), el Departamento de Migraciones ha hecho pública en la tarde de este martes una nota –firmada por su obispo responsable y auxiliar de Madrid, José Cobo, y por su director, el dominico Xabier Gómez–, en la que se recuerda ante los hechos de Ceuta y Melilla que «la desesperación y el empobrecimiento de muchas familias y menores no puede ser utilizado por ningún Estado para instrumentalizar con fines políticos las legítimas aspiraciones de estas personas». Lo hacen «apelando al valor supremo de la vida y la dignidad humana».
Del mismo modo, el Episcopado muestra su solidaridad con las diócesis de Cádiz y Ceuta y de Melilla y Málaga, «de reconocida trayectoria en la atención y acogida a migrantes, así como con las necesarias iniciativas de ambas ciudades autónomas para acoger integralmente y custodiar los derechos de las personas migrantes, especialmente de los menores». Finalmente, lanza una invitación «a mantener acritudes de convivencia pacífica y reclama a todos los niveles la mejor política al servicio del bien común».
«La situación es compleja. Lo que está sucediendo no se puede calificar como problema migratorio, tiene otra dimensión», afirma, por su parte, Gabriel Delgado, director del Secretariado de Migraciones de la diócesis de Cádiz y Ceuta, que añade que no se puede obviar que la de la ciudad autónoma «es una de las fronteras del mundo donde mayor desigualdad hay entre un lado y otro».
Y añade: «Por tanto, uno contempla que la gente que está pasando huye de una situación de pobreza y desigualdad, de falta de futuro y de esperanza».
Por otra parte, se muestra preocupado por la posible «utilización de los niños más pobres en este intercambio que uno adivina de intereses políticos, económicos y diplomáticos». «¿Hasta qué punto es ético utilizar a niños, que son además muy pobres y se encuentra en una situación de indefensión, como moneda de cambio?», añade en conversación con Alfa y Omega.
Esta misma idea la ha manifestado el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro. Tras asegurar su oración por la paz, la convivencia y la seguridad, ha pedido «que no se utilice a nuestros hermanos vulnerables ni el sufrimiento, y busquemos salidas juntos».
Para Delgado, la misión de la Iglesia en estos momentos tiene que ser la de «acompañar la situación que está viviendo tanta gente en Ceuta, con la mezcla de miedo, de impotencia y de sufrimiento», pero también «de compasión con gente que es muy pobre». Además, concluye, la Iglesia «ha de estar siempre al lado de los pobres, allá donde están para plantar su tienda junto a ellos».