Los obispos de Polonia y Ucrania piden diálogo ante la «gran amenaza» rusa
El primado de la Iglesia grecocatólica ucraniana y el presidente de la Conferencia Episcopal Polaca piden a los gobernantes que se abstengan de la guerra, pero también apelan al apoyo activo de la comunidad internacional
La Iglesia católica polaca y ucraniana subrayó el lunes que la situación actual, con la presión creciente de los militares rusos en la frontera con Ucrania, supone «una gran amenaza para los países de Europa central y oriental y para todo el continente europeo». El comunicado, firmado por el primado de la Iglesia grecocatólica ucraniana, Sviatoslav Shevchuk, y por el presidente de la Conferencia Episcopal Polaca, Stanislaw Gadecki, manifiesta su «preocupación» por las noticias de que «las recientes rondas de conversación entre Rusia y Occidente no han llevado a un acuerdo».
«Llamamos a los gobernantes a que se abstengan de la guerra. Llamamos a los líderes a que retiren inmediatamente los ultimatums y no se aprovechen de otros países como fichas de cambio», prosiguen. Las diferencias de intereses deben resolverse «no por el uso de las armas sino a través de acuerdos». Por otro lado, apelan a que la comunidad internacional una esfuerzos y apoye activamente y de todas las formas posibles a los que están bajo amenaza.
Los firmantes, a los que se suman otros obispos de ambos países, califican la guerra de «carnicería sin sentido». Siempre «es una desgracia» que «nunca» puede entenderse como «una forma adecuada de resolver los problemas internacionales», ya que «crea conflictos nuevos y más graves». «Con la paz no se pierde nada, con la guerra se puede perder todo».
Shevchuk y Gadecki afirman que el enfrentamiento armado «siempre es una derrota para la humanidad; una expresión de barbarie y una herramienta bastante ineficaz para resolver los malentendidos». Piden tener en cuenta también el «terrible poder de los instrumentos de destrucción disponibles incluso para potencias medianas y peqeuñas, y los lazos cada vez más fuertes que existen entre las naciones, que hacen difícil o incluso prácticamente imposible limitar los efectos del conflicto». Por ello, es necesario «buscar métodos alternativos para resolver los conflictos internacionales».
«El enemigo está a la vuelta de la esquina»
Ya de forma individual, el primado grecocatólico ucraniano se ha dirigido a sus fieles con un videomensaje invitándoles a unirse este miércoles a una vigilia de 9:00 a 21:00 horas (hora ucraniana) a través de la plataforma Zhyve.TV, en comunión con la jornada de oración convocada para la misma fecha por el Papa Francisco, el domingo. «Cuando surgen nuevos peligros y el enemigo está a la vuelta de la esquina, nuestros soldados verifican su eficacia de combate, los estadistas trabajan para agilizar los mecanismos, los diplomáticos trabajan para garantizar que el mundo apoye a nuestro pueblo y nuestro Estado, ¿qué hacen los cristianos? Los cristianos en este momento oran, ayunan y se arrepienten de sus pecados».
El llamamiento a la paz del Papa Francisco «fue recibido inmediatamente como una noticia muy importante, que alivia el corazón, expresa cercanía y solidaridad», afirmaba un día antes en entrevista con Vatican News Visvaldas Kulbokas, nuncio apostólico en Ucrania. En este país, «el Papa Francisco es una de las personalidades religiosas más respetadas por la población local». Saber que no los ha dejado solos «ya es una gran ayuda».
Kulbokas recuerda que la guerra «dura ya ocho años en las regiones orientales» de Ucrania. Un tiempo duro, pero en el que las pérdidas sufridas «han hecho a los ucranianos más fuertes. El riesgo de un posible empeoramiento del conflicto se vive con más coraje». «Hay preocupación, pero al mismo tiempo he notado mucho amor por la patria y también una gran decisión de poner de su parte si hay dificultades». Algo que ha percibido también en los de lengua y cultura rusa. «Parece haber aumentado la cohesión en todo el país».
El mensaje de los obispos de Polonia y Ucrania concluye con esta oración, que atribuyen a san Juan Pablo II: «Dios de nuestros padres, grande y misericordioso, Señor de la paz y de la vida, padre de todos. Tienes planes de paz y no de aflicción. Tú condenas las guerras y abates el orgullo de los violentos. Tú enviaste a tu Hijo Jesús a proclamar la paz a los de cerca y los de lejos, a reunir a la gente de toda raza en una familia. Escucha el grito unánime de tus hijos, la plegaria de corazón de toda la humanidad: nunca más la guerra, aventura sin retorno, nunca más la guerra […] que amenaza a tus criaturas en el cielo, en la tierra y en el mar. En comunión con María, la madre de Jesús, te imploramos una vez más: habla a los corazones de los responsables del destino de los pueblos, detén la lógica de la represalia y la venganza, sugiere con tu Espíritu nuevas soluciones, gestos generosos y honorables, espacios para el diálogo y espera paciente que son más fructíferos que los rápidos ultimátums de la guerra. Padre, concede a nuestro tiempo días de paz. Nunca más la guerra. Amén».