Los obispos de Corea del Sur piden a las autoridades que investiguen a fondo la tragedia

La avalancha humana que se produjo este sábado por la noche en una estrecha calle de Seúl ha costado la vida a 153 personas, en su gran mayoría jóvenes, y ha dejado un saldo de más de 80 heridos. En unas pocas decenas de metros cuadrados se habrían congregado hasta 100.000 jóvenes en las estrechas calles donde se concentra la vida nocturna de la ciudad.

En un comunicado, los obispos de Corea del Sur han expresado el inmenso dolor de la comunidad católica por la tragedia: «Encomendamos a la misericordia de Dios a las víctimas que lamentablemente perdieron la vida en la tragedia». Los prelados aseguran sus oraciones por los heridos a los que desean una pronta recuperación y, sobre todo, rezan por las familias de las víctimas mortales.

Tras expresar sus condolencias, también hacen un llamamiento a las autoridades y a la rendición de cuentas de los responsables de garantizar la seguridad e integridad de quienes solo querían pasar una noche de diversión. «Debemos esforzarnos por romper el ciclo de injusticia e irresponsabilidad que se ha convertido en una práctica común en esta sociedad. Para hacerlo, primero debemos ser fieles a nuestros respectivos roles. En concreto para garantizar la paz y la seguridad de pueblo, las autoridades competentes deben investigar a fondo la causa y el recorrido de esta tragedia». Piden además que no se convierta en otro drama más que caiga en el olvido.

«Esperamos que se sacrifique la vida de más personas, especialmente de las de los jóvenes. La vida y la dignidad humana son los valores más preciados y nada en nuestra sociedad puede prevalecer sobre ellos», concluyen.