Lourdes Grosso: «Los mártires son el tesoro escondido de los católicos españoles»
La BAC publica un manual para conocer cómo son por dentro los procesos de canonización. Hablamos con Lourdes Grosso, directora de la Oficina para la Causas de los Santos de la CEE
Acaba de presentar junto a los obispos Demetrio Fernández y Juan Antonio Martínez Camino el libro Las causas de los santos (BAC), elaborado por la Congregación para las Causas de los Santos. ¿Qué es este manual? ¿Qué tiene de nuevo?
Este manual es un libro fundamental para quienes estamos implicados de alguna manera en las Causas de los Santos, un auténtico vademécum. Es la primera vez que podemos contar con la versión en español del texto del Studium de la Congregación para las Causas de los Santos. Es el libro de referencia para la formación específica de los postuladores en los procesos de canonización, de cuantos colaboran en las actividades externas e internas de la Congregación, así como de quienes desempeñan las tareas de delegados episcopales, promotores de justicia, notarios de los tribunales diocesanos y cuantos intervienen en las causas.
Solemos conocer el final de un proceso cuando se celebra la ceremonia correspondiente de beatificación o canonización, pero ¿qué trabajo hay detrás? ¿Cómo es ese trabajo oculto de un postulador?
Efectivamente, el proceso para llegar al momento de la ceremonia de beatificación o canonización es amplio y complejo, y por ello también dilatado en el tiempo. Es un trabajo de años. Requiere la participación de especialistas en diferentes materias: teólogos, historiadores, canonistas, médicos, y el desarrollo de una serie de estudios para poder conocer con detalle lo acontecido en la vida y en la muerte de cada siervo de Dios.
¿Cómo es este proceso?
Dicho muy brevemente: para iniciar una Causa se parte de que una persona tiene fama de santidad, es decir, que quienes le conocieron hablan de su vida edificante, de las virtudes que lo adornaron, de su caridad para con todos, de su muerte ejemplar. Ante ello, la diócesis, o la familia religiosa, o incluso una asociación privada, se pone en marcha para conocer los datos que ayuden a reconstruir la vida de esta persona y reconocer su santidad. Aquí comienza el minucioso trabajo del postulador, quien recoge los documentos y testimonios pertinentes, con todo rigor y precisión. La primera fase es diocesana; concluida esta se sellan las Actas y se entregan en la Congregación para las Causas de los Santos. Comienza así la fase romana de la Causa, y el trabajo de elaboración de una ponencia (Positio) de la Causa, informes y el juicio de varias comisiones.
Este recorrido, minuciosamente detallado en este manual, lo exige no solo la legislación canónica, sino sobre todo la seriedad del tema, porque se trata de responder a las expectativas del pueblo de Dios, que se encomienda a la intercesión de los santos y se inspira en el ejemplo de sus vidas.
Congregación para las Causas de los Santos
Biblioteca de Autores CRistianos (BAC)
2020
655
36,54 euros
¿Por qué es tan importante para la Iglesia reconocer la santidad de una persona?
Porque todos estamos llamados a ser santos, y para recorrer este camino en nuestra vida cotidiana necesitamos mirar a otras personas, hombres y mujeres como nosotros, que ya lo han realizado. Con frecuencia la gente piensa que la santidad es una meta reservada para unos pocos elegidos, personas con dotes excepcionales, pero el Concilio Vaticano II nos recordó con fuerza que la santidad es la vocación universal, de todos los cristianos, porque no consiste en hacer cosas extraordinarias, sino en unirse a Cristo, en vivir el Evangelio, en acoger los dones del Espíritu Santo.
Me parece muy sugerente cuando san Juan Pablo II, en Novo millennio ineunte, insiste en que, si el Bautismo es una verdadera entrada en la santidad de Dios, es un contrasentido contentarse con una vida mediocre, vivida según una ética minimalista y con una religiosidad superficial. Por eso, cuando se pregunta «¿quieres recibir el Bautismo?», significa al mismo tiempo preguntar «¿quieres ser santo?.
Entonces la la santidad no es solo para unos pocos…
Los santos son una muchedumbre innumerable. De muchos de ellos no conocemos el nombre, ni el rostro, ni la historia que les tocó vivir. Pero en todas las épocas, y especialmente en la nuestra, tan compleja, necesitamos testigos creíbles de esperanza, necesitamos el testimonio de los santos, su estímulo para saber que es posible vivir como ellos y llegar a experimentar esa paz y esa alegría que solo posee quien se fía de Dios.
¿Qué nos quiere decir Dios con la vida de los santos?
Que te quiere a ti, que tú eres su hijo, su hija, que tú puedes ser santo. Esto nos lo ha explicado el Papa Francisco en su exhortación apostólica Gaudete et exsultate, que es un canto a la misericordia de nuestro Padre celestial que nos quiere santos, unidos a él.
¿Cuál es el perfil de la santidad?
Hay santos de todas las épocas, edades, pueblos, razas… Todos estamos llamados a la plenitud del amor de Dios. En Gaudete et exsultate el Papa afirma que la santidad no está reservada solo «a quienes tienen la posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias, para dedicar mucho tiempo a la oración». No es así, porque «todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra», dice el Papa.
Este jueves hemos celebrado la fiesta de los mártires españoles durante la persecución religiosa en España del siglo XX. Ya se ha beatificado a cientos de ellos. ¿Cuántos quedan?
Para situarnos, tengamos presente que la Oficina para las Causas de los Santos de la Conferencia Episcopal Española fue creada en enero de 2001 para coordinar las Causas de los mártires de la persecución religiosa en España, lo que se hizo tomando como punto de partida de las fichas informativas realizadas por las diócesis. De una base de datos inicial con 6.050 fichas, en nuestra Oficina se han llegado a informatizar más de 10.000 expedientes. En la actualidad han subido a los altares 1.915 mártires, y todavía hay muchas causas en estudio y otras que aún no se han iniciado, que suman cerca de 9.000 mártires.
En estos días se celebrarán dos beatificaciones. El sábado 7 de noviembre, en Barcelona, la de Joan Roig Diggle; y el sábado 14 de noviembre, en la diócesis de Vic, la de tres frailes capuchinos. Hay otras beatificaciones programadas. Algunas se han debido posponer por la pandemia, como la de Cayetano Giménez Martín y 15 compañeros en Granada; o la de 27 mártires de la familia dominica en Almería. Ya se ha fijado para el 29 de mayo de 2021 la beatificación en Astorga de tres jóvenes enfermeras voluntarias auxiliares de la Cruz Roja.
¿Cree que el testimonio de estos mártires ha calado en los fieles españoles de hoy?
Creo que nos queda mucho por conocer acerca de nuestros mártires. Sin duda el testimonio de sus vidas ha calado en los círculos más cercanos, pero guardan un tesoro desconocido para la mayoría de los católicos españoles, y no digamos para el resto de la sociedad. Y sin embargo, estos santos son nuestros contemporáneos. La constatación de una fe fuerte y significativa enseña hoy a la Iglesia y al mundo cómo el Evangelio ilumina cada página de la historia, incluso las realidades más difíciles y complejas. En fidelidad al Evangelio de Cristo, y cada uno en su estado de vida, con su edad, con sus características peculiares, los mártires aceptaron ser esa semilla que cae a la tierra y da mucho fruto, esa la luz que puesta sobre el candelero ilumina el mundo, esa sal que da sabor a los frutos de la tierra.
¿Están los laicos suficientemente representados en el santoral? Es decir, ¿por qué no hay más procesos de laicos, siendo la gran mayoría del pueblo de Dios?
Entre los mártires del siglo XX en España hay laicos de diferentes edades y condición social. Durante los pontificados de san Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco son muy numerosos los nuevos santos y beatos, cuyos datos pueden encontrarse en la página web de la Congregación para las Causas de los Santos, y entre ellos hay muchos laicos y laicas. Y sin duda hay muchos más sin canonizar.
Sería muy bueno que se iniciaran nuevos procesos, pero para ello debe haber quien lo promueva: una diócesis, una congregación religiosa, una asociación familiar, y no siempre es posible por la dedicación que supone, como explica el manual que hemos presentado. Dios quiera que las páginas del santoral recojan cada vez sean más vidas de laicos, para que podamos imitar el ejemplo de esos santos «de la puerta de al lado» como dice el Papa Francisco, que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios en el mundo.