Los gestos del patriarca y vecino - Alfa y Omega

Los gestos del patriarca y vecino

Una de las grandes revoluciones eclesiales del año ha sido la encíclica Fratelli tutti, encarnada en el trabajo de personas como el franciscano Pizzabala, recién nombrado patriarca latino de Jerusalén. Desde su dilatada experiencia, señala que la fraternidad nace de «gestos entre vecinos»

Victoria Isabel Cardiel C.
El patriarca latino de Jerusalén a su llegada a la iglesia del Santo Sepulcro, el pasado 4 de diciembre. Foto: Ahmad Gharabli

El obispo italiano Pierbattista Pizzaballa, de la Orden de los Franciscanos Menores, es desde finales de octubre el nuevo patriarca latino de Jerusalén. Él mismo pasó la COVID-19, aunque dice que «está siendo más fatigosa la recuperación». En una región que se topa a diario «con los muros que impiden avanzar a la fraternidad», encarnar la última encíclica del Papa es un «reto real». «Aquí todos buscan su espacio sin importarles que para conseguirlo tengan que pasar por encima del otro», zanja Pizzaballa. Su voz es la de la experiencia. Lleva en la Custodia de Tierra Santa desde 1990, y sabe que es «difícil que se den respuestas desde la política o desde las instituciones». Por eso, señala que hay que construir la fraternidad «desde las bases» con «gestos concretos entre vecinos». «Todos afrontan los mismos problemas, independientemente de su identidad cultural». Y esto se ha hecho más presente con la irrupción de la pandemia. Por eso, «no podemos esperar grandes soluciones que caigan desde lo alto. Es la sociedad de a pie la que tiene que movilizarse para encarnar en gestos cotidianos la fraternidad», asegura. Sin embargo, resalta las «numerosas iniciativas culturales» que demuestran que la fraternidad –incluso en contextos de opiniones radicalizadas y sociedades extremadamente polarizadas– es posible. «Hay muchas actividades culturales en Jerusalén que incluyen por igual a israelíes y palestinos». Estos son lugares de encuentro «que no miran la identidad cultural sino la dignidad de todos los hombres».

Para un hombre forjado en el espíritu de san Francisco, estas «oportunidades de amistad fraterna que van más allá de los muros de la incomprensión» son su seña de identidad. «Es la piedra angular de la Iglesia universal», asegura, pero enseguida recuerda el encuentro entre el fraile de Asís y el sultán de Egipto Malek al-Kamel, durante la cruzada de 1219: «Esto marcó uno de los gestos de paz más extraordinarios en la historia entre el cristianismo y el islam, pero por desgracia han pasado ocho siglos desde entonces». El Documento sobre fraternidad humana firmado en Abu Dabi en 2019 por el Papa Francisco y el gran imán de Al-Azhar es otro ejemplo cercano, tan revolucionario que desembocó en una encíclica que marcará el rumbo de la Iglesia en años venideros.