Los expertos avalan el plan del Gobierno para atajar el acceso de menores al porno

La sociedad española ha comenzado a reaccionar frente a lo que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una reciente entrevista con El País definió como «una auténtica epidemia»: el acceso de los menores a los contenidos pornográficos. «Los datos son demoledores», añadió Sánchez, justo antes de anunciar una ley para tratar de controlar el problema. Según las cifras que maneja el Ejecutivo, recopiladas de organizaciones como Save the Children o la ONG Dale una vuelta, siete de cada diez adolescentes consumen pornografía de forma regular en España, al igual que el 53,8 % de los jóvenes de entre 12 y 15 años. El primer contacto de los menores con esta realidad se sitúa en la franja de los 6 a los 12 años. Es decir, a una edad, los más precoces, en la que los niños todavía juegan a disfraces o se emocionan porque el ratón Pérez les ha dejado una moneda.

El plan del Gobierno para atajar el problema consta de tres ejes: la aprobación de una ley para la protección de los menores en internet, una estrategia multidisciplinar desde el ámbito de la educación y la creación de un sistema de verificación de edad para bloquear el acceso de los niños al contenido de adultos. A pesar de lo incipiente del proyecto, ya han surgido las primeras voces discordantes. Las dudas tienen que ver principalmente con la eficacia del sistema de verificación, pero cabe recordar que este todavía se encuentra en fase de desarrollo.

Para Alejandro Villena, psicólogo, sexólogo clínico y autor del libro ¿Por qué no? Cómo prevenir y ayudar en la adicción a la pornografía (Alienta Editorial), se trata, sin embargo, de una buena noticia y aboga por darle una oportunidad al plan estatal. «Hay que tener en cuenta que el primer contacto de los menores generalmente es no deseado. El 70 % accede de forma accidental», asegura el experto a Alfa y Omega. De esta forma, el desarrollo de una aplicación que impida ese acceso no deliberado es «una medida eficaz» que puede contribuir a retrasar la edad de consumo y, por lo tanto, las consecuencias que este tiene en los menores. Entre ellas, Villena habla del «aumento de la soledad y el aislamiento» —lo que tiene un «impacto fuerte en su salud mental»— o del deterioro cognitivo: «Incide sobre funciones básicas como la toma de decisiones o el control de los impulsos, y altera sistemas tan importantes como el del sueño».

Por último, el experto también advierte sobre la narrativa que la pornografía actual —plagada de brutalidad y violencia— proyecta sobre la visión de la sexualidad de los menores. «Se creen que ese es el modelo que deben replicar y, al final, se genera en ellos una visión utilitarista de las personas. Las ven como un producto de consumo». En este contexto, Villena es partidario de la implementación de lo que él mismo llama una «educación sexualmente sensible». La idea del sexólogo clínico es formar a los adolescentes en temas como la ternura, la empatía, el cariño, la sensibilidad o la capacidad de hacerse cargo de las necesidades del otro.

Problema de salud pública

Luis Manuel Martínez-Domínguez lleva toda una vida vinculado al mundo de la educación —por sus manos han pasado alumnos de todas las etapas— y coincide con el sexólogo en la necesidad de abordar de forma integral este «problema de salud pública», como lo define durante la conversación con este semanario. Para él habría que comenzar por atajar la «pornificación de la cultura» y por desenmascarar a las redes sociales como una «fuente de distorsión de la identidad de los menores», señala este profesor de la Universidad Rey Juan Carlos y miembro del grupo de investigación de alto rendimiento de Fundamentos de la Educación y Responsabilidad Social Educativa (FERSE). Valora positivamente el marco legal planteado por el Gobierno. «Tik Tok o Instagram, por ejemplo, alimentan una erotización de su comportamiento. Desde pequeños, están incorporando a su cerebro una serie de redes sinápticas que vinculan identidad con atractivo físico o, incluso, con la necesidad de ser apetitoso para el que me vea». En un segundo paso, Martínez-Domínguez cree imprescindible abordar la pornografía amateur, que está teniendo un crecimiento exponencial a través de plataformas como Only Fans. «Son los propios adolescentes los que están generando contenido pornográfico. No es que lo consuman, sino que lo producen», concluye el experto.