Los ciegos católicos «no demandamos adaptaciones sino que se nos acoja como somos»
Tras las convivencias en Zaragoza de CECO, su presidenta advierte de que «se habla mucho de las barreras arquitectónicas, pero más importantes son las psicológicas»
«Es importante que las personas que asisten a Misa el domingo vean cómo funcionamos. Puede ayudar a la normalización de la ceguera», cuenta a Alfa y Omega Marian Caselles, presidenta nacional de Ciegos Españoles Católicos (CECO). Esta asociación pública de fieles ha concluido a inicios de este mes sus jornadas de convivencia, unos días en Zaragoza para estrechar lazos entre sus 100 participantes, compartir la fe y presentar a los miembros de su nueva junta nacional la reforma de sus estatutos aprobada por unanimidad y un informe de su gestión económica de todo el año.
«Ha sido un llenazo total porque la ciudad está muy bien conectada», presume la presidenta, quien recalca que a las convivencias acudieron —aparte de miembros de diócesis de toda España— los consiliarios de Bilbao, Santander, Zaragoza y Madrid. Todos ellos párrocos y, por tanto, «muy ocupados».
Misa en el Pilar
Entre las actividades de las convivencias destacó una Misa en la basílica de Nuestra Señora del Pilar donde, según rememora Caselles, una persona ajena al grupo «no pudo quitarle el ojo de encima a los perros guía» porque no estaba acostumbrada a encontrárselos dentro de una iglesia.
Pero no fue lo único que llamó la atención a quienes no conocían el grupo, pues «se leyó la monición de entrada, las lecturas y la acción de gracias en todos los diferentes modos de escritura». Es decir, en braille, con tinta y papel pero de manera «apoyadísima» para que fuera especialmente legible, desde un teléfono móvil —pues entre los miembros de pleno derecho de CECO también los hay videntes— y de memoria.
Según nos confía Caselles, al salir de Misa «la gente comentaba lo que le llamaba la atención». Esto, por un lado, demostró que su presencia en el templo les ayudó a mostrar que existen. Por otro, reveló que aún queda mucho por hacer para darse a conocer, porque había quien comentaba que «lo que menos me gustaría en la vida es quedarme ciego». Y Caselles, que lo es, considera que esta discapacidad no le ha impedido organizarse ni es lo más importante que ha sucedido en su biografía.
«Cada discapacidad es diferente»
Preguntada sobre los avances dentro de la Iglesia en la sensibilidad hacia las personas con discapacidad a raíz del Sínodo —donde se trabajó este tema y hubo padres sinodales con diferentes condiciones como el español Enrique Alarcón— Marian Casalles celebra que «han salido unos libritos con pautas para mejorar en las parroquias la atención a las personas con discapacidad». Claro que «no es la misma ayuda la que puedes prestar a una persona en silla de ruedas que a otra que está ciega o sorda». «Cada discapacidad es diferente», recuerda. Pues, a pesar de que resulte evidente, a veces se olvida.
Según la presidenta nacional de CECO, «se habla mucho de las barreras arquitectónicas, que son importantísimas, pero más importantes son las barreras psicológicas». Denuncia que «hay mucha gente que va a su parroquia y le consideran solo el número 44 de la tercera fila» al tiempo que hace hincapié en que «una persona ciega puede leer, llevar una ofrenda con un acompañante o participar en el rosario».
Marian Casalles es tajante: «Nosotros lo que más demandamos en la Iglesia no es unas adaptaciones ni una ayuda sino que se nos acoja como somos». Y aunque es consciente de que «no podemos hacer todos lo mismo», sí que puede presumir de que en CECO «llevamos más de 30 años y nos sentimos queridos por las diócesis».