Los canillitas ya no tendrán que servir más copas - Alfa y Omega

Los canillitas ya no tendrán que servir más copas

Kioranny tiene 12 años. Trabaja poniendo bebidas a hombres mayores para ayudar a sus abuelos, que la cuidan. El nuevo documental de Misiones Salesianas cuenta su historia

Rodrigo Moreno Quicios
Kiorany trabaja para ayudar en casa, en la que vive con abuelos, prima, hermana, tío y primo. Foto: Misiones Salesianas / Alberto López.

Kioranny tiene 12 años, vive con sus abuelos tras la separación de sus padres, cuida de su prima de 3 años y trabaja en un bar de Santo Domingo, la capital de la República Dominicana, poniendo copas a hombres mucho mayores que ella. Es una de las protagonistas de Canillitas, un documental elaborado por Misiones Salesianas sobre el trabajo infantil en la isla caribeña. El título hace referencia a las canillas, las delgadas piernas de los menores que trabajan. «Es también el nombre con el que se conoce a los niños de la zona urbana que limpian zapatos, venden diferentes cosas, tiran la basura o son recaderos de los colmados», explica a Alfa y Omega Karen Montás, directora de Canillitas con Don Bosco, el proyecto con el que los misioneros salesianos llevan desde 1985 ofreciendo a los menores una alternativa. Solamente en República Dominicana hay 340.000 niños trabajadores y en el mundo son 160 millones.

Según la directora del proyecto, una de las causas más importantes de este ciclo de pobreza infantil son las familias desestructuradas. Se ve claro en el caso de Kioranny, de quien sus padres no quieren saber nada. Aparte de con sus abuelos y la prima a la que cuida, comparte techo con su hermana, un tío y otro primo. «Los niños ven el trabajo como una forma de ayudar en el presupuesto de su familia y hacen esas labores», cuenta Karen Montás. Así, compaginan las tareas domésticas con faenas informales en barrios donde «hay violencia y tráfico de droga» hasta que el límite de sus energías les obliga a dejar la escuela. Para contrarrestar este proceso, Montás tiene claro que el primer paso es «restarle tiempo al trabajo que hacen en la calle». Algo que, en su experiencia, no sucede de un día para otro «porque es una cuestión de supervivencia».

Entonces los salesianos y responsables del proyecto invitan a los niños que encuentran por la calle a «que vayan una vez a la semana al local de Canillitas para que jueguen o hagan deporte». Es decir, actividades propias de niños. «También hablamos con las familias para que sepan que el trabajo está afectando negativamente al desarrollo de sus niños», explica la directora. Es algo contraintuitivo en una cultura que carga a los niños responsabilidades que no les corresponden desde muy pequeños, pero Karen Montás cuenta que, a menudo, sus esfuerzos dan fruto. Una vez que el niño acude semanalmente a jugar, lo introducen poco a poco en programas de capacitación que les ofrecen un futuro laboral mejor a la precariedad que ya conocen. De forma orgánica, capturan el interés de los chavales, quienes trasvasan el tiempo en la calle al estudio y acaban accediendo a la educación reglada.

Gracias al progresivo arraigo entre los vecinos y la incipiente sensibilidad sobre el trabajo infantil, actualmente Canillitas con Don Bosco cuenta con 103 usuarios. «Cada año entra un grupo y sale otro, el ciclo completo en el centro es de unos seis años», cuenta Montás, quien se muestra orgullosa de que, tras casi 50 años en el territorio, el proyecto cuente ahora con financiación del Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia, el órgano que en República Dominicana vela por los derechos de los niños.

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