Los activistas cubanos son escépticos sobre la excarcelación de 553 presos

Los activistas cubanos son escépticos sobre la excarcelación de 553 presos

El presidente de Prisoners Defenders explica que los prisioneros políticos que salgan de la cárcel serán una parte mínima, mantendrán «sus penas intactas» y sufrirán hostigamiento y la amenaza constante de volver a prisión

María Martínez López
Detención de un manifestante en las protestas del 11 de julio de 2021.
Muchos de los presos políticos que hay en la actualidad en las cárceles fueron detenidos tras las manifestaciones del 11 de julio de 2021. Foto: CNS.

La organización Prisoners Defenders, de apoyo a los presos políticos de Cuba, ha mostrado este miércoles su escepticismo sobre el anuncio del régimen cubano de que pondrá en libertad a 553 presos. El anuncio se produjo poco después de que el Gobierno de Estados Unidos sacara al país caribeño de su lista de países que fomentan el terrorismo.

Además, en su comunicado, La Habana vincula esta decisión con «el espíritu del Jubileo Ordinario de 2025» que acaba de comenzar y con «las estrechas y fluidas relaciones con el Estado Vaticano» que mantiene Cuba. El mismo presidente, Miguel Díaz-Canel, «dirigió una carta al Sumo Pontífice» en los primeros días de enero en la que le comunicaba la decisión.

Javier Larrondo, presidente de Prisoners Defenders, matiza en primer lugar que los más de 500 presos a los que se refiere el Gobierno no son en su mayoría presos políticos sino comunes. «Solo tenemos constancia, por declaraciones confidenciales a los medios por parte de la Administración de Estados Unidos, de que decenas de ellos serían presos políticos», abunda. La Habana no se refiere en ningún caso a que tengan este carácter.

Su esperanza, salir del país

Por otro lado, el presidente de Prisoners Defenders señala que el comunicado cubano afirma que los presos «recibirán sus beneficios gradualmente». «Para un liberado no hay beneficios, está liberado». Que se utilice esta palabra significa que los presos serán «excarcelados» pero «manteniendo sus penas intactas». Es decir, se les permitirá «que duerman en casa por ejemplo mediante subsidios como trabajos forzados sin internamiento, libertad vigilada o libertad condicional». Son, por otro lado, «beneficios que les han estado negando a los más de 1.000 presos políticos en Cuba» desde hace años.

Pero todo ello, continúa Larrondo, «bajo fortísimas amenazas» y una presión constante: «Acoso, hostigamiento, citaciones, impedimentos para trabajar y estudiar». Y, en último término, la espada de Damocles de que el beneficio «se puede revocar de forma arbitraria en cualquier momento» y volver a la privación de libertad. «Hemos sido testigos de ello en cientos de casos», en los que los activistas llegan «a la desesperación e incluso a hacer huelgas de hambre. Hablamos de un patrón de tortura muy serio», que a muchos «les ha hecho la vida insufrible hasta que se han ido de Cuba».

Larrondo asegura que desde Prisoners Defenders «les ayudaremos en todo lo que podamos». Manifiesta al mismo tiempo su esperanza de que «haya países huéspedes que permitan su verdadera liberación», ya que para un preso político cubano «la única solución posible para poder llamarse de verdad liberado es salir de la isla».

58 nuevos presos en tres meses

El activista recuerda asimismo que la noticia se dio a conocer el mismo día que su organización ultimaba su último informe sobre presos políticos. En él se señala que en los últimos tres meses han entrado en prisión 58 nuevos presos de conciencia, en su mayoría por manifestarse contra el Gobierno. En el último año, han sido 166. «¿Cómo podemos pensar que una medida de excarcelación es sincera si a la vez están metiendo a muchos más en prisión?».

Un problema añadido es que el régimen cubano ya se ha beneficiado de la parte estadounidense del trato, la eliminación de la lista de países que fomentan el terrorismo. Estas prebendas «sirven al régimen para someter durante más años a diez millones de cubanos y, posiblemente, encarcelar a muchos más» de los que ahora salgan de prisión. Cuando existe toda esa gente «pasando miseria, cualquier acción debe tener en cuenta a esa población».

Pero aún no ha cumplido la suya. Por tanto, «queda en deuda ante una administración que deja la Casa Blanca en una semana» y Larrondo ve «difícil» que la salde con Trump. Prevé que La Habana alegará «intransigencia y agresividad» por parte de la Casa Blanca y, al no cumplir, creará presión a un gobierno que no ha sido el que ha negociado el acuerdo.

En cualquier caso, el presidente de Prisoners Defenders afirma que «no puedo salvo estar agradecido al Gobierno americano» como «a la Iglesia católica». Se muestra consciente de que «aparte de un poco de ruido y manipulación hay mucha buena voluntad» por parte de ambas y se alegra por «las familias que serán parcialmente beneficiadas». Aunque desde su experiencia de décadas creen que este paso «estratégicamente es erróneo», ambas instituciones «lo están intentando y han defendido a los presos y manifestantes».