Lorenzo Fazzini: «Los grandes cambios llegan por las guerras o por los libros» - Alfa y Omega

Lorenzo Fazzini: «Los grandes cambios llegan por las guerras o por los libros»

Rodrigo Moreno Quicios
Lorenzo Fazzini
Lorenzo Fazzini. Foto: Rodrigo Moreno Quicios.

Periodista y escritor italiano, desde 2021 dirige la Librería Editora Vaticana (LEV), la editorial de la Santa Sede creada por Pío XI en 1926. Aparte de publicar los textos del Papa y distribuirlos por librerías generalistas de todo el mundo, busca voces ajenas a la Iglesia que compartan la reflexión sobre cuestiones sociales y medioambientales.

¿Qué es la Librería Editora Vaticana?
Es la editorial de la Santa Sede, con la peculiaridad de que es del Vaticano, por lo que tiene un cariz universal. Sus tareas son publicar los textos del Santo Padre y los organismos de la Santa Sede, gestionando también los derechos de autor en diferentes lenguas y contextos. Pero también publica las grandes temáticas: la amistad social, la fraternidad y el cuidado del medio ambiente. Todo dentro de una gran espiritualidad, un elemento clave de la propuesta cristiana.

¿Qué criterios tienen para elegir ese otro tipo de obras?
Por una parte, la consonancia fuerte con la visión del Papa Francisco e, inmediatamente después, la calidad de las propuestas. No basta con reelaborar el discurso papal, hace falta originalidad y capacidad de investigación. Buscamos calidad en las propuestas editoriales para que el lector, que puede elegir entre tantas cosas, escoja las que le parezcan más meritorias.

¿Cuántos años tiene la editorial? ¿Qué Papa la fundó y cómo evolucionó?
Con el nombre que tiene ahora, nació en 1926. Su antecedente era la Tipografía Vaticana, que existe desde el siglo XVI. En 2006 hubo una decisión histórica por parte del entonces secretario de Estado, el cardenal Angelo Sodano, que decidió confiar a la Librería Editora Vaticana la gestión de los derechos de los textos papales, poniendo orden a una situación un poco irregular. Esto se convirtió en una misión principal. Tenemos relación con editores de todo el mundo en todos los idiomas, no solo para darles el permiso de publicar estos textos, también para buscar sinergias y trabajos editoriales de interés.

¿Cuál es el proceso que debe seguir un escritor para enviarles un texto?
Más que enviárnoslo, nosotros buscamos ser propulsores de ideas y proyectos en vez de hacer lecturas. Es un trabajo de exploradores en el que pesa más nuestra curiosidad. Si no, recibiríamos tantos manuscritos al día que no tendríamos la fuerza para afrontar un discernimiento completo.

¿Dónde venden las obras? ¿Tienen negocios propios?
Tenemos una tienda en la plaza de San Pedro y, a través de nuestros distribuidores, estamos presentes en numerosas librerías físicas y online. En nuestra editorial hay varias secciones. Entre la parte editorial, administrativa, comercial y nuestra librería, somos 22 personas. El número de títulos que publicamos al año varía un poco, en torno a 100, muchos de ellos sobre el Vaticano.

¿Cómo podemos hacer para que la gente lea más?
Un primer paso es el ejemplo. En la familia, si el papá y la mamá leen, los hijos descubrirán que es algo que enriquece la mirada y un bonito pasatiempo que da la posibilidad de entrar en la cabeza de otra persona. Desde el punto de vista de la fe, sabemos cómo está en crisis la vida de las parroquias, pero podrían ser sitios donde aconsejar libros y hacerlos circular físicamente. Hoy todos somos digitales, pero nos falta esa parte material, la experiencia que hace 20 años habríamos hecho espontáneamente con nuestros amigos. Llevar físicamente los libros encima y reunirse para hablar sobre ellos es darles vida. No es solo un conjunto de papeles con una cubierta. Todos los grandes cambios han venido por las guerras o por los libros.