Lorenzo Fazzini: «El Papa Francisco me ha pedido creatividad» - Alfa y Omega

Lorenzo Fazzini: «El Papa Francisco me ha pedido creatividad»

La Librería Editora Vaticana (LEV) es la heredera directa de la Tipografía Vaticana, que comenzó a publicar la Palabra de los Pontífices en 1587. Por primera vez un laico está en la sala de máquinas de este potente engranaje

Victoria Isabel Cardiel C.
El nuevo responsable de la LEV trabajó durante nueve años una editorial misionera. Foto: Victoria I. cardiel

¿En qué consistirá su trabajo en la LEV?
Tengo que guiar la maquinaria de una casa editorial con casi un siglo de historia, dedicada a publicar los textos oficiales del Santo Padre, de la Curia romana y del magisterio pontificio desde 1587. También gestiona los derechos internacionales de los textos del Papa. A eso se le añade la vida de una editorial normal.

Atesora una rica experiencia de nueve años en la Editorial Misionera Italiana. ¿Qué se ha traído en la maleta?
La misión es la razón de ser de la Iglesia. La vida de los misioneros es puro amor hacia los más pobres; es construir puentes y no barreras, es diálogo con otros pueblos, con otras religiones… Por eso los libros que publicábamos hablaban también de economía, de sociedad, de medio ambiente, de política… Mi trabajo me ha permitido conocer a figuras extraordinarias.

Incluso fuera de la órbita del cristianismo como el exalcalde de Bogotá, Antanas Mockus, que hizo de la conciencia ciudadana un pilar fundamental de su Gobierno.
Sí, hemos publicado libros de autores cuya pertenencia religiosa no era el principal punto de comunión con nuestra línea editorial como, por ejemplo, Rob Hopkins, ambientalista inglés preocupado por el cambio climático. El espíritu de diálogo y la apertura son fundamentales en este trabajo. En cambio, el proselitismo es un obstáculo. La verdad siempre nos supera.

Llevó a cabo un proceso de modernización en la editorial de los misioneros. ¿Cómo?
Vivimos en una sociedad líquida. Los formatos culturales están en constante cambio, así como los gustos de los lectores. Por tanto, las editoriales no pueden ser solo lugares donde se publican libros y se usan los canales tradicionales para llegar a la gente. Quisimos hacer de los libros un factor de agregación social, que involucrase a varios actores en torno a un tema. Hoy un editor no es solo alguien que hace libros, es sobre todo un creador de corrientes de pensamiento. Todo esto necesita nuevos caminos creativos. A las conferencias, encuentros y debates, sumamos obras de teatro, exposiciones, performances visuales, talleres educativos, seminarios… Esto permite llegar a un público heterogéneo, más allá de los lectores de libros al uso.

¿Traerá esta modernización a la editorial del Papa?
Ojalá. Ya estamos organizándonos para ello. Un libro no puede morir cuando se publica. Al revés, ese debe ser su nacimiento. El Papa me ha pedido, sobre todo, creatividad.

Este es un momento de crisis para las librerías.
Es cierto; el mundo editorial está en crisis, y no digamos ya el mundo de la editorial religiosa. Hoy la manera de consumir libros ha cambiado, pero se han seguido haciendo las cosas como siempre. Eso es un error. Estamos ante una nueva oportunidad. Un mismo pensamiento se canaliza de varias maneras, no solo en el formato libro. Esta idea fue un éxito en la Editorial Misionera Italiana y nos permitió sanear un poco la facturación. Las buenas ideas solo lo son si son capaces de estar en pie económicamente. El dinero no crece en los árboles. Tenemos que pagar el papel, la impresión de los libros, los sueldos de nuestros trabajadores… Por eso tenemos que llevar a cabo iniciativas sostenibles desde el punto de vista económico.

¿Cómo se imagina el futuro de la LEV?
Me gustaría que la editorial del Vaticano se convirtiera en un centro cultural donde confluyeran voces procedentes de todos los rincones del planeta que representen la Iglesia sinodal. Hombres, mujeres, misioneros, expertos, testigos… Hay una pluralidad de voces católicas que caminan en la misma dirección, que encarnan el ideal de Iglesia en salida que va a las periferias, y eso hay que evidenciarlo. De media en la LEV se publican unos 100 libros al año. Lo que no quiero es que pasen inobservados. No podemos renunciar a la meta de suscitar interés, incluso entre los no creyentes.

Muchos pueden pensar que su trabajo es aburrido.
Al revés. Es un motivo de sorpresa cotidiana. Me ha permitido conocer a personas extraordinarias, de gran estatura moral, que te hacen apreciar cuánto bien hay en el mundo. A algunos he podido traerlos a Italia: por ejemplo, al cura villero Carlos Olivero, que hace una labor extraordinaria en la periferia de Buenos Aires, siguiendo los pasos del entonces arzobispo Bergoglio. También trajimos al sacerdote Alejandro Solalinde, amenazado por los narcos de México, y a Paul Hinder, un fraile capuchino suizo, que es obispo en Abu Dabi.

¿Qué proyectos hay previstos para los próximos meses en la Librería Editora Vaticana?
Estamos recopilando los textos del Papa Francisco sobre el tiempo de Navidad en un volumen que tendrá un prólogo del presidente del Consejo Pontificio para la Cultura y de la Pontificia Comisión de Arqueología Sagrada, el cardenal Gianfranco Ravasi.

Es el primer laico que está en el cargo. Ha dejado a su familia a 500 kilómetros para venir a Roma. ¿Ha sido un poco difícil decir sí?
Tengo cuatro hijos pequeños y mi mujer es oncóloga. Pero si la Santa Sede y el Papa llaman a tu puerta, no se puede decir que no.

Bio

El nuevo director de la Librería Editora Vaticana (LEV), Lorenzo Fazzini, nació en Lombardia hace 43 años. Está casado y tiene cuatro hijos. Licenciado en Literatura y Ciencias Religiosas, ha trabajado como periodista en varios periódicos y revistas. Ha viajado como reportero a Vietnam, Tailandia, Sudán o Israel. Ha escrito ocho libros. Es miembro del Comité Editorial de la Feria Internacional del Libro de Turín como asesor del sector religioso. Dirigió durante nueve años la Editorial Misionera Italiana.