«Llego a sus tierras para decirles que estoy dolido e implorar a Dios el perdón»
En un encuentro con indígenas en Canadá, Francisco lamenta los abusos colonialistas y la cooperación de muchos cristianos
En silencio absoluto y sentado en su silla de ruedas. Rodeado de cruces con elementos de colores en el lugar donde se erigió la escuela residencial de Ermineskin, en Maskwacis (Alberta). Así ha rezado el Papa Francisco este lunes, 25 de julio, por los niños indígenas que murieron el pasado siglo en este y otros centros similares en Canadá, muchas veces gestionados por la Iglesia.
Acompañado por el párroco de la iglesia del Sagrado Corazón de los Primeros Pueblos de Edmonton, también en Alberta —que visitará este lunes por la tarde—, de ahí se ha dirigido al conocido como parque de los Osos para el encuentro con varios miles de miembros de los pueblos indígenas del país (primeras naciones, métis o mestizos, e inuit) y supervivientes de los internados.
Tras el arranque con música y bailes típicos, así como con una danza de sanación que evocaba los cuatro elementos (fuego, agua, aire y tierra), el líder indígena y abogado Wilton Littlechild ha dado la bienvenida al Pontífice y ha agradecido que camine con ellos «por la reconciliación» y su «gran esfuerzo» para visitar el país.
En presencia de la gobernadora general de Canadá, Mary Simon, y del primer ministro, Justin Trudeau, el antiguo responsable de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Canadá ha relatado que él ha escuchado casi 7.000 testimonios de supervivientes de las escuelas residenciales y ha denunciado que, en aquellos años, se oprimían su cultura y su idioma, al tiempo que «se denigraba nuestra espiritualidad». «Esperamos que nuestro encuentro y las palabras que compartirá con nosotros logren una verdadera curación y esperanza para las generaciones futuras. ¡Bienvenido a nuestra tierra», ha aseverado.
Dos pares de mocasines
«Desde aquí, desde este lugar tristemente evocativo, quisiera iniciar una peregrinación penitencial —ha arrancado acto seguido su intervención el Papa—. Llego a sus tierras nativas para decirles personalmente que estoy dolido, para implorar a Dios el perdón, la sanación y la reconciliación, para manifestarles mi cercanía, para rezar con ustedes y por ustedes».
Francisco ha rememorado que, en las audiencias de hace unos meses en Roma, le entregaron «en prenda» dos pares de mocasines, «signo del sufrimiento padecido por los niños indígenas», en particular «de los que lamentablemente no volvieron a casa de las escuelas residenciales», y que en estos meses reavivaron en él «el dolor, la indignación y la vergüenza». «Me pidieron que devolviera los mocasines cuando llegara a Canadá. Los traje», ha añadido, destacando que el recuerdo de los menores provoca «aflicción» y «exhorta a actuar para que todos los niños sean tratados con amor, honor y respeto».
En esta línea, ha resaltado que la primera etapa de su peregrinación se lleva a cabo en una región con presencia de los pueblos indígenas «desde tiempos inmemoriales», «con estilos de vida que respetaban la misma tierra heredada de las generaciones pasadas y protegida para las futuras». Según ha valorado, trataron la tierra como «un don del Creador» que compartir con otros y cuidaron siempre los lazos familiares y comunitarios, pero luego, en el mismo sitio, hubo gran sufrimiento.
«El lugar en el que nos encontramos hace resonar en mí un grito de dolor, un clamor sofocado que me acompañó durante estos meses —ha abundado—. Pienso en el drama sufrido por tantos de ustedes, por sus familias, por sus comunidades, en lo que ustedes compartieron conmigo sobre los sufrimientos padecidos en las escuelas residenciales. Son dramas que, en cierto modo, se reviven también cada vez que se recuerdan, […] pero es justo hacer memoria porque el olvido lleva a la indiferencia».
«Las políticas de asimilación fueron nefastas»
Como ha lamentado el Papa Francisco, «cuando los colonos europeos llegaron» hubo «una gran oportunidad de desarrollar un encuentro fecundo entre las culturas, las tradiciones y la espiritualidad», pero «en gran parte esto no sucedió». «Las políticas de asimilación fueron nefastas para las gentes de estas tierras», ha denunciado, y ha tildado las escuelas residenciales de «un error devastador incompatible con el Evangelio de Jesucristo».
Entre aplausos y lágrimas de muchos de los participantes, ha afirmado que «el primer paso de esta peregrinación penitencial es renovar mi pedido de perdón y decirles de todo corazón que estoy profundamente dolido». «Pido perdón por la manera en la que, lamentablemente, muchos cristianos adoptaron la mentalidad colonialista —ha insistido—. Estoy dolido. Pido perdón en particular por el modo en el que muchos miembros de la Iglesia y de las comunidades religiosas cooperaron, también por medio de la indiferencia, en esos proyectos de destrucción cultural».
Finalmente, el Sucesor de Pedro ha alentado a no ahorrar ningún esfuerzo para evitar que se repitan situaciones de este tipo, a esclarecer todo lo ocurrido y a que haya procesos de «sanación por los traumas sufridos» para las víctimas. «Queridos amigos, esta peregrinación se extiende durante algunos días y llegará a lugares distantes entre sí. Sin embargo, no me permitirá responder a muchas invitaciones. […] Sepan que están todos en mi recuerdo y en mi oración. Sepan que conozco el sufrimiento, los traumas y los desafíos de los pueblos indígenas en todas las regiones de este país», ha concluido, pidiendo «silencio y oración» ante el mal.