En Owo, Nigeria, el domingo de Pentecostés fueron asesinadas 40 personas que celebraban la Eucaristía en una Iglesia católica. A los asesinados hay que sumar más de 60 heridos. Todos ellos podrían ser víctimas del terror sembrado por el grupo islamista Iswap. No parece que las cosas hayan cambiado mucho desde que el grupo terrorista Boko Haram secuestrara en abril de 2014 a 276 niñas.
La semana pasada, Alfa y Omega dedicó la debida y justa atención a la matanza. Pocos medios generalistas se hacen eco de estas masacres. ¿Por qué estas noticias no preocupan ni ocupan a los rotativos internacionales ni a las instituciones políticas? El 8 de junio, François-Xavier Bellamy, eurodiputado francés del Partido Popular Europeo, se hacía la misma pregunta en el Parlamento Europeo. Las víctimas del 6 de junio lo son a causa de su fe cristiana y en el ejercicio de su libertad religiosa. Lo mismo que la joven Deborah Samuel, estudiante de Economía, que fue apaleada, lapidada y quemada por sus compañeros por ser cristiana y pedir que cesara el adoctrinamiento en un chat académico.
El filósofo Henri Lévy lleva años denunciando el genocidio contra los cristianos en Nigeria. En el año 2019 lanzó un SOS en las páginas de la revista Paris Match. Uno de los capítulos de su documental Une autre idée de monde está dedicado a esto. No es preciso ser cristiano para denunciar la limpieza étnica contra los cristianos, la impunidad de la que gozan los terroristas que la practican y el abandono gubernamental y policial que sufren las familias cristianas. Es suficiente con creer que la libertad religiosa es un derecho fundamental que no implica solo el derecho a profesar una religión, sino el derecho a no hacerlo. Solo en 2021 fueron asesinados 3.462 cristianos nigerianos. Las cifras de secuestros alcanzan a otros 3.000. Y el total de iglesias atacadas asciende a 300. Tiene razón Bellamy en exigir al Parlamento Europeo que alce su voz. Y no porque los cristianos sean un bien cultural, sino porque el Parlamento Europeo se sostiene en la convicción de que la persona debe poder desenvolverse inmune de toda coacción para poder elegir en libertad.