«León XIII dio a la doctrina social de la Iglesia un rumbo claro»  - Alfa y Omega

«León XIII dio a la doctrina social de la Iglesia un rumbo claro» 

El profesor de Doctrina social de la Iglesia en la Universidad San Dámaso Jaime Ballesteros analiza la trascendencia que tuvo en su tiempo la Rerum novarum, la primera gran encíclica social católica

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Detalle del retrato del Papa León XIII, pontífice de 1878 a 1903
Detalle del retrato del Papa León XIII, pontífice de 1878 a 1903. Foto: CNS / Biblioteca del Congreso.

La Rerum Novarum está considerada como la primera encíclica social de la Iglesia. ¿Es realmente así? ¿En qué contexto nació?
Bueno, normalmente se la reconoce como la primera encíclica social, pero la realidad es que, tal y como hoy entendemos la doctrina social de la Iglesia, el mismo Papa León XIII tiene antes encíclicas políticas. Hoy en día, la política también la introducimos dentro de la doctrina social. De alguna manera, Rerum novarum es la primera vez que se trata de un modo más específico la cuestión socioeconómica, laboral, la cuestión obrera. Pero yo creo que, desde una visión más amplia, la doctrina social de la Iglesia encuentra enseñanzas significativas ya en el mismo León XIII.

El contexto es importante: León XIII llega después de todo un siglo XIX marcado por el enfrentamiento entre la Iglesia y la modernidad. Con Pío IX, hubo una especie de condena global a la modernidad, y entonces, una tarea muy importante que tiene León XIII es recuperar el diálogo con el mundo. No se trata de una condena indiscriminada a todo lo moderno.

Hoy nos parece normal que un Papa se pronuncie sobre estos temas, pero en aquel momento, ¿por qué decidió León XIII meterse en este asunto a través de una encíclica? Imagino que fue algo novedoso.
Evidentemente fue novedoso. Algunos autores señalan que la tradición teológica anterior se había empobrecido, y que se había perdido la capacidad de mirar críticamente a la sociedad que se estaba formando. La moral de confesores, de decir simplemente: «esto está bien, esto está mal, esto es pecado», ya no bastaba. Estábamos ante una nueva sociedad: industrialización, nuevas ideologías, nuevas configuraciones políticas y económicas… Faltaba una teología moral-social. El Papa tuvo que afrontar una necesidad que otros no estaban atendiendo. Es cierto que ya había muchas iniciativas sociales por parte de grupos cristianos, pensadores, obispos, cardenales, economistas, empresarios… pero el problema era que, al no haber una doctrina social clara, la respuesta católica era algo caótica. León XIII lo que hace es recoger lo mejor de esos esfuerzos y dar una orientación más definida. Había un catolicismo social más paternalista, otro más cercano al socialismo… muchas corrientes distintas, y la encíclica ayudó a marcar un rumbo claro.

Imagino que eso también generó oposición. ¿La Rerum Novarum fue acusada de hacer concesiones al comunismo, que por entonces estaba en auge entre las clases trabajadoras?
Cuando uno lee la Rerum Novarum, puede llevarse una impresión confusa. Lo primero que hace el documento es describir una sociedad marcada por el capitalismo liberal, un sistema que generaba condiciones laborales lamentables. Y ante esa injusticia, el Papa levanta la voz.

Pero también condena con claridad el remedio socialista. Dice que ese remedio es peor que la enfermedad: la lucha de clases como criterio máximo, la abolición de la propiedad privada, el materialismo y ateísmo de fondo… eso no puede ser la solución.

Frente a ese liberalismo y frente a ese socialismo, León XIII ofrece una solución cristiana. No es una vía intermedia, sino una alternativa inspirada en la luz del Evangelio, unida a la razón. Recupera así el pensamiento de Santo Tomás, no para repetirlo literalmente, sino para retomar esa unión de fe y razón. Recordemos que el enfrentamiento con la modernidad había marginado socialmente a la Iglesia. León XIII quiere que la Iglesia hable desde una fe que no es irracional, sino que va de la mano con la razón. Quiere que su palabra tenga cabida en el debate público.

¿Y cómo se recibió la encíclica tanto dentro como fuera de la Iglesia? ¿Cómo la vieron las clases obreras, y cómo los sectores más capitalistas?
Hubo de todo. En algunos lugares, incluso no católicos dijeron: «Después de leer esto, no entiendo cómo puede haber gente contraria a la Iglesia». Pero también se cuenta que en otros sitios, obispos católicos llegaron a pedir rezar por la conversión del Papa, escandalizados de que escribiera sobre temas sociales. La acogida general, sin embargo, fue positiva. Abrió un nuevo diálogo con el mundo. No se trataba solo de ser piadosos o justos individualmente, sino de comprender que la dimensión social también es fundamental. La virtud personal es esencial, sí, pero también hacen falta estructuras justas, leyes justas, una sociedad justa. Ese fue un gran aporte que se valoró mucho en su tiempo.

El nuevo papa ha tomado el nombre de León XIV, aunque aún no ha explicado por qué. ¿Cree que hay paralelismos entre la época de León XIII y la actual, que puedan explicar esa elección?
No me atrevería a aventurarme. León XIII tuvo un pontificado muy largo, hizo muchas cosas, y reducirlo solo al Papa de la justicia social sería simplificar demasiado. Pero es verdad que hay aspectos que pueden tener resonancia hoy. La Iglesia muchas veces se percibe como algo anticuado, al igual que ha dicho el Papa en su primera homilía. Por eso la Iglesia necesita tener una voz en el ámbito público.

La doctrina social no es solo caridad o ayuda puntual. Es construir sociedad, ser responsables de la sociedad terrena. Frente a una política que a veces parece solo poder, frente a una técnica o ciencia sin ética, es urgente que la Iglesia tenga una voz.

Como digo, los motivos pueden ser muchos. Algunos incluso señalan que muy cerca de san Francisco estaba el hermano León, un amigo suyo. Así que el nombre también podría aludir a esa figura fraterna. Pero aún no lo sabemos con certeza.