Las niñas que fueron secuestradas por Boko Haram no encuentran protección
Amnistía Internacional ha publicado un informe en el que recopila los testimonios de jóvenes que han sobrevivido a matrimonios forzados, esclavitud o violencia sexual
«Un día Boko Haram vino a nuestra casa y le dijeron a nuestro padre que éramos infieles. Dispararon a mi padre en la nuca y la bala salió entre sus ojos. Empezamos a llorar y dijeron que si no nos callábamos matarían también a mi madre». Este es el testimonio anónimo de una joven nigeriana de 13 años que fue secuestrada por Boko Haram; uno de los cientos que ha recopilado Amnistía Internacional en un informe publicado recientemente.
En él, se cuenta la historia de mujeres y niñas que sufrieron abusos bajo el cautiverio de este grupo terrorista en situaciones de trata, secuestro, matrimonios forzados, esclavitud o violencia sexual. La investigación recoge 126 entrevistas, incluyendo algunas presenciales en Nigeria y otras a distancia, abarcando desde el 2019 hasta el 2024.
Amnistía Internacional subraya que estas mujeres ahora están intentando rehacer su vida y «no reciben el apoyo suficiente» para ello. «A estas niñas, muchas de las cuales ya son mujeres, les robaron la infancia y las sometieron a un sinfín de crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y otros abusos contra los derechos humanos. Ahora demuestran una valentía encomiable al intentar tomar el control de su futuro», afirma Samira Daoud, directora regional de Amnistía Internacional para África Occidental y Central.
Igualmente denuncia «graves delitos» contra estas jóvenes. Muchas eran sometidas a matrimonios forzados una vez secuestradas. Es esta una «práctica habitual» que considera que las niñas están en edad de casarse y las utiliza «como esposas» aprovechándose de ellas de múltiples formas, no solamente para «servir a sus esposos» sino también como esclavas sexuales y domésticas.
Otras jóvenes eran utilizadas para cometer ataques suicidas «con bombas de gran escala», según señala la investigación. De hecho, de mediados de 2014 a 2019, la mayoría de los atentados suicidas con bombas de Boko Haram fueron perpetrados por mujeres.
Ahora, víctimas del estigma
Todo lo que han vivido tiene, además, «consecuencias duraderas específicas para su edad y género»; por ejemplo, complicaciones médicas y el estigma o rechazo de sus propias familias. Todo esto, según señala la organización, «afecta a su acceso a la educación y a su capacidad y deseo de volver a casarse».
Muchas de las entrevistadas han sido reagrupadas por sus familias por las autoridades, o realojadas en campamentos de refugiados repartidos por el país. Sin embargo, el informe recoge el sentimiento de desprotección por estas mujeres sobre las que pesa el estigma de «ser esposa de Boko Haram». Esto les hace mucho más difícil el acceso a una independencia económica, a la educación y al apoyo psicosocial.
«Amnistía Internacional pide al Gobierno de Nigeria, a los organismos de la ONU y a los gobiernos donantes que habiliten con urgencia unos servicios de reintegración a medida para estas niñas y jóvenes, y asimismo garanticen que no dejan atrás a otros grupos afectados», expresa la ONG.