Las Misioneras de la Caridad de la India no podrán recibir fondos del extranjero
El Gobierno no ha renovado el permiso de las hijas de santa Teresa de Calcuta bajo la ley que endureció el año pasado, y unos días después de acusarlas de forzar conversiones
A partir del 31 de diciembre, las Misioneras de la Caridad de la India no podrán recibir financiación desde el extranjero. El Ministerio de Asuntos Domésticos (Interior) no ha renovado su registro bajo la Ley de Regulación de las Contribuciones Extranjeras. Se trata de «un cruel regalo de Navidad para los más pobres de entre los pobres», ha denunciado el vicario general de la diócesis de Calcuta, Dominic Gomes, en palabras que recoge la Rai italiana. Aludía al hecho de que la decisión se tomó el 25 de diciembre.
La voz de alarma sobre el asunto la dio la Ministra Jefe de Bengala Occidental, Mamata Banerjee, al denunciar en Twitter que el ministerio «ha congelado todas las cuentas de las Misioneras de la Caridad». Esto dejaba a «22.000 pacientes y empleados sin comida y medicinas».
Tanto el Gobierno indio como la congregación desmintieron que las cuentas se hubieran congelado. Lo que había ocurrido, aclararon, es que se había rechazado la petición de poder seguir recibiendo financiación del exterior. Según el ministerio, existían «aportaciones adversas» que hacían que «no se dieran las condiciones de admisibilidad» requeridas por la ley. Como consecuencia, informaban las religiosas en un comunicado, «hemos pedido a nuestros centros que no operen con ninguna de las cuentas» donde reciben estos fondos «hasta que el asunto se resuelva».
Ley endurecida
La norma que regula este tipo de ingresos se reformó el año pasado con nuevas restricciones y exigencias que están causando dificultades a varias organizaciones no gubernamentales. El nuevo texto prohibe, entre otras cosas, que se puedan transferir fondos entre dos entidades aunque ambas estén registradas.
También reduce del 50 % al 20 % los gastos que se les permiten usar para fines administrativos como salarios, pago del transporte y otros gastos. Y obliga a que los fondos lleguen a una cuenta de un banco público con sede en Nueva Delhi, lo que crea importantes trabas para entidades en otras partes del país.
Acusadas de promover conversiones
El intento de cerrar el grifo a las hijas de santa Teresa de Calcuta se produce en el marco de los crecientes ataques contra entidades católicas por supuestos intentos de «convertir» a los hindúes. En concreto, hace menos de tres semanas el estado de Gujarat lanzó el 14 de diciembre una investigación contra un orfanato de las religiosas en Makarpura.
En agosto, el presidente de la Comisión Nacional para la Protección de los Derechos del Niño, Priyank Kanoongo, visitó el hogar y afirmó que en el hogar se obligaba a las niñas a rezar y leer la Biblia. El único indicio que alegó fue el hecho de que algunas Biblias tuvieran escrito en la primera página el nombre de alguna de las niñas.
«Ni Servicios Sociales ni la Policía tenían ningún problema con la gestión del centro y la labor de las hermanas; de hecho, apreciaban su dedicación. Pero parece que ha habido presión desde la capital», denunciaba en una carta Stanislaus Fernandes, administrador apostólico de la diócesis de Baroda, a la que pertenece el orfanato.
Más leyes y ataques
El 8 de noviembre ocurrió lo mismo en el estado de Madhya Pradesh. Kanoongo se presentó en persona con un grupo de funcionarios para registrar una residencia católica para niñas e interrogaron a las menores para intentar acusar a las religiosas, de las Hermanas de Jesús, que lo regentan, de forzar su conversión. Todo, porque cinco niñas, católicas, tenían en sus habitaciones libros de espiritualidad.
Por otro lado, el 21 de diciembre el Gobierno nacionalista hindú del estado de Karnataka introdujo una nueva ley anticonversión que se empezará a tramitar en el Parlamento estatal en enero. Coincidiendo con esta noticia, la iglesia de San José de Chikkaballapur sufrió un ataque. Es el 40º cometido contra edificios cristianos en Karnataka este año, incluyendo el intento de acuchillar a un sacerdote unos días antes.