Las llaman gestantes - Alfa y Omega

No es posible no hablar de Ucrania, de esta guerra fratricida que se libra entre cristianos eslavos. No es posible no hablar de los civiles fallecidos a causa de los bombardeos, de los militares caídos defendiendo a su país, de los heridos, de los refugiados. No es posible no hablar de los niños. ¿Cuántos habrán fallecido desde el 24 de febrero? ¿Cuántas madres han muerto protegiendo a sus hijos? En medio del horror de esta guerra injusta, hay que hablar también de otros niños y de otras madres. Hay que hablar de las ucranianas que están siendo ignoradas, negadas y condenadas a entregar a sus hijos a parejas españolas o argentinas en nombre de un contrato de subrogación que las reduce a la categoría de gestantes.

Las principales cabeceras en España y Argentina han informado de que en Ucrania hay niños que nacen solos mientras sus padres lloran. Nadie nace solo. Siempre hay una madre. Lo que pasa es que en Ucrania, como en otros lugares, se obliga a algunas madres a abandonar a sus hijos en el momento del parto. Es lo que les sucede a las que trabajan en el sector de la reproducción humana. Así lo describen los dueños de las empresas dedicadas a este mercado en el que se explota a las mujeres, se compran y se venden bebés, óvulos y embriones. En Ucrania un proceso de subrogación puede alcanzar los 60.000 dólares, donación de óvulos incluida. Se trata de una industria pujante, que uno de sus principales empresarios en el país defiende y promueve porque el trigo, como los hidrocarburos, se agotan. Las mujeres son mucho más rentables. Pueden vender sus óvulos, gestar para terceros y ser explotadas sexualmente. Si enferman en el proceso ni siquiera hay por qué atenderlas. Lo mismo les sucede a los bebés que vienen al mundo por este sistema, cuando no alcanzan las expectativas de los padres y las madres que los han comprado.

Es de esperar que cuando acabe la guerra y Ucrania entre por la puerta grande de la UE, algo que este pueblo bien merece, se acabe este negocio infame. La procreación no es una actividad mercantil, la subrogación no es un embarazo solidario y las mujeres no somos una fuerza productiva.

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