Las iglesias cristianas rechazan el plan de paz de Trump para Tierra Santa - Alfa y Omega

Las iglesias cristianas rechazan el plan de paz de Trump para Tierra Santa

El Consejo Mundial de las Iglesias ha denunciado que el plan de Donald Trump para Tierra Santa Paz por prosperidad «constituye más un ultimátum que una solución real, sostenible o justa», y pide a la comunidad internacional que no lo apoye

Redacción
Foto: AFP/Mahmoud Zayyat

No se puede construir la paz de forma unilateral, accediendo a las demandas de una de las partes implicadas e ignorando a la otra. Es la causa principal del rechazo expresado por la práctica totalidad de las iglesias y comunidades cristianas al plan Paz por prosperidad, que Estados Unidos presentó el martes como «el acuerdo del siglo».

«El plan no cumple las condiciones» para alcanzar una salida seria al conflicto israelí-palestino: «el acuerdo de las dos partes», y estar «basados en derechos iguales y dignidad». La propuesta de Trump «no da dignidad y derechos a los palestinos», valora la Asamblea de Ordinarios Católicos de Tierra Santa.

Por lo tanto, debe considerarse más bien como «una iniciativa unilateral: respalda casi todas las demandas de un lado, el israelí, y su agenda política», mientras «realmente no toma en consideración las justas demandas del pueblo palestino por su patria, sus derechos y una vida digna».

Este enfoque «no traerá la solución, sino que más bien creará más tensiones y probablemente más violencia y derramamiento de sangre», aseguran los obispos de los distintos ritos católicos que conviven en la región. Como respuesta, piden la oración de todas las iglesias cristianas y que se «respeten y mejoren los acuerdos previos firmados por ambas partes».

Palestina: pequeños enclaves aislados

Un plan para la paz en Tierra Santa –ha añadido el secretario general del Consejo Mundial de las Iglesias, Olav Fykse Tveit– también debe «estar en conformidad con los principios del derecho internacional sobre ocupación beligerante y derechos humanos». En cambio, Paz por prosperidad, «constituye más un ultimátum que una solución real, sostenible o justa. Cualquier solución que no se base en la justicia y un acuerdo negociado será una imposición y un instrumento de opresión».

El plan contempla Jerusalén como la capital «indivisible» de Israel, crea un Estado palestino y reconoce la autoridad israelí sobre los asentamientos –considerados ilegales por el Derecho Internacional– siempre y cuando se congelen las actividades en los mismos durante cuatro años. En caso de que ambas partes lo acepten, Estados Unidos tiene previsto realizar una «inversión masiva» de 50.000 millones de dólares en el nuevo Estado palestino.

Estos planteamientos están en continuidad con la política de Donald Trump durante todo su mandato, con medidas como el traslado de la embajada norteamericana a Jerusalén en 2017, el reconocimiento de la soberanía israelí sobre los altos del Golán y los drásticos recortes en ayuda a entidades palestinas y a la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA); o, más recientemente, la decisión de dejar de considerar como contrarios al derecho internacional los asentamientos israelíes en territorio palestino.

Analizando los detalles del plan, el Consejo Mundial de las Iglesias denuncia que los territorios «asignados a los palestinos son pequeños enclaves aislados sin contigüidad territorial, separados por asentamientos palestinos y conectados solo por circunvalaciones bajo control israelí».

En nombre de las 348 iglesias y denominaciones (tanto ortodoxas como de la Reforma) que componen el Consejo Mundial de las Iglesias Tveit ha exhortado a la comunidad internacional a «no apoyar esta propuesta ni a reconocer su implementación a menos y hasta que se haya negociado y acordado con los representantes del pueblo palestino un plan mejor».

«Socava» el derecho internacional

También la Federación Luterana Mundial ha expresado su rechazo a la propuesta de la Administración Trump. «Ignora principios fundamentales del derecho internacional y de las convenciones de derechos humanos, así como numerosas resoluciones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad de la ONU, sentando un peligroso precedente para el futuro». Lo aseguran en un comunicado su presidente, el obispo Panti Filibus Musa, y su secretario general, Martin Junge.

«El derecho internacional, incluidas las convenciones de derechos humanos, se desarrollaron como respuesta a los horrores de la Segunda Guerra Mundial», afirmó Junge. «Su propósito es salvaguardar la paz y la seguridad. Es profundamente preocupante que al plan Paz por prosperidad los socave».