Las Comisarías de Tierra Santa cumplen seis siglos

El 14 de febrero de 1421 el Papa Martín V en su bula Hiis quae pro, autorizaba al Guardián del Monte Sión a «establecer, destituir y reemplazar procuradores o comisarios en los países cristianos a fin de recibir y recolectar limosnas y dona­ciones, así como para procurar lo nece­sario para sostener la misión de los frai­les de la Custodia de Tierra Santa para el cuidado de los santos lugares».

De esta forma, instituyó las Comisarías de Tierra Santa, que «son una especie de delegaciones que sirven de contacto entre el mundo cris­tiano y la Tierra Santa. En la actualidad hay 66 comisarías en el mundo», expli­ca el comisario de Tierra Santa en Es­paña, Pedro González.

Uno de los actos para celebrar este VI centenario tuvo lugar en el Santo Sepulcro el pasado lunes 15 de febrero, cuando el custodio de Tierra Santa Francesco Patton presidió una Eucaristía en acción de gra­cias por los comisarios y bienhechores de la orden, una celebración que se quie­re desarrollar anualmente.

«Queremos rezar por nuestros hermanos los comisarios de Tierra Santa y por sus colaboradores, para que continúen dando a conocer y amar la Tierra Santa, los bienes espirituales de los que es depositaria y a los fieles locales, que son los herederos y descendientes de las primeras comunidades cristianas», dijo Patton.

Las comisarías en España

España cuenta con tres comisarias, la de Madrid, la de Santiago de Compostela y la de Aránzazu. «Tenemos tres finalidades: difundir el conocimiento y el amor en el mundo cristiano por la Tierra Santa; promocionar y coordinar peregrinaciones; y la realización de colectas y oraciones por la tierra que pisó el Señor», explica González.

Una labor crucial para los tiempos que corren. «Desde la pandemia no hemos podido organizar ninguna peregrinación y, a pesar de que la vacunación en Israel está avanzada, no se saben cuándo se podrán retomar», explica el Comisario de Tierra Santa en España. Esta situación afecta especialmente a los cristianos, «que en su mayoría viven del turismo religioso» y actualmente «lo están pasando fatal», concluye el franciscano Pedro González.