Las asociaciones de fieles, un medio y no un fin en sí mismas - Alfa y Omega

Las asociaciones de fieles, un medio y no un fin en sí mismas

El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida promueve «una sana rotación» en los órganos de gobierno para evitar excesos

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Desde la encíclica Rerum novarum del Papa León XIII y sobre todo en las últimas décadas, al amparo del Concilio Vaticano II, han surgido numerosas asociaciones laicales que han aportado «una abundancia de gracia y de frutos apostólicos» a la Iglesia y a la sociedad, pero hay que estar alerta y «promover una sana rotación» en sus órganos de gobierno para tratar de evitar excesos y abusos. Así lo subraya el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida en un decreto aprobado la semana pasada.

Entre las medidas para regular el gobierno de las asociaciones internacionales de fieles, tanto privadas como públicas, y de otras entidades sujetas a la supervisión del dicasterio encabezado por el cardenal Kevin Joseph Farrell figuran que los mandatos de los órganos de gobierno centrales tengan una duración máxima de cinco años y que una persona pueda ocupar cargos en estos por un período máximo de diez años consecutivos. Estos límites, eso sí, podrán ser dispensados a los fundadores si se ve «oportuno» para el desarrollo y la estabilidad de la asociación.

Como explica el propio dicasterio en una nota, con estas cautelas se pretende evitar apropiaciones y deformaciones del carisma, personalismos y «expresiones de autorreferencialidad» que pueden conducir a «graves violaciones de la dignidad y la libertad personales». Al mismo tiempo se potencia la participación de los propios fieles en las asociaciones, en una nueva expresión de sinodalidad, y se fomenta la comunión eclesial.

En palabras del Papa Francisco, es clave recordar que «la verdadera comunión no puede existir en un movimiento o en una nueva comunidad si no se integra en la comunión más grande que es nuestra Santa Madre Iglesia jerárquica». Porque ningún grupo de fieles debería encerrarse y aislarse, ni olvidar que no es un fin en sí mismo, sino un medio para acercarse más a Dios y para acercar más el Evangelio a otros.