Lágrimas y silencio por las víctimas del naufragio de Calabria - Alfa y Omega

Lágrimas y silencio por las víctimas del naufragio de Calabria

Entre los fallecidos, KR46M0, según se puede leer en el ataúd, un niño de menos de un año sin identificar

Redacción
Líderes religiosos, entre ellos el arzobispo de Crotone, y un grupo de alcaldes rezan delante de los féretros. Foto: Reuters / Remo Casilli.

«Si nuestra playa no acogió a tus hijos para la vida, sino para la muerte, perdónanos». Esta es la pancarta que un grupo de mujeres y madres ha colocado en el pabellón de la ciudad de Crotone donde descansan los restos de los migrantes fallecidos en el naufragio frente a las costas de Calabria este domingo.

66 ataúdes, según cuenta Salvatore Cernuzio en Vatican News, se alinean sobre el parqué en el que habitualmente se disputan competiciones de baloncesto y otros eventos artísticos y deportivos. Algunos son blancos y están rodeados de peluches y juguetes. Son niños. Como el pequeño ataúd con el código KR46M0 estampadas. El 0 indica que el niño no había cumplido un año, el 46 es el número de la víctima. En 23 féretros hay una placa con el nombre: son los hombres, mujeres y menores que han sido identificados. Pero hay más cuerpos que siguen en el mar, que los devuelve poco a poco, como el de una niña de apenas 5 años este mismo miércoles.

De rodillas y con los brazos extendidos, rodeados por los 27 alcaldes de los municipios vecinos y los administradores locales, el arzobispo Angelo Raffaele Panzetta y el imán de la mezquita, Mustafa Achik, elevaron oraciones conjuntas al «Dios de la paz, Dios de la vida» en la apertura de la cámara funeraria, para que acoja las almas de los difuntos y consuele a los supervivientes y a sus familias, continúa el relato de Cernuzio.

Algunos estaban presentes en el pabellón junto con representantes de la comunidad marroquí de la ciudad calabresa, que habían acudido a apoyar a sus hermanos. Dos mujeres se arrojaron encima de un ataúd, apoyando la cara y gritando de dolor. Otra, cubierta de moratones entre la frente y los ojos, sostenía en sus manos un ramo de flores amarillas.

«Ver el desgarro de tantas personas, incluso muy jóvenes, que pierden a sus familiares, hijos, hermanos, esposas, maridos, es algo realmente difícil», dice a Vatican News sor Loredana Pisani, directora de la Oficina de Migrantes de la archidiócesis de Crotone. «Son días de ayuda humana fraterna, pero también son días de silencio». Silencio al que, por otra parte, parecen anteponerse los gritos de dolor y las polémicas políticas, así como las denuncias públicas, por lo que —se lee en una tarjeta amarilla— era una «tragedia anunciada».

Mientras tanto, este martes se ha dado a conocer que las autoridades italianas recibieron el pasado sábado un primer aviso de la agencia europea Frontex en torno a las 22:00 horas, que alertó de la presencia en el Mediterráneo de la embarcación que naufragó al día siguiente.

El fiscal general de Crotone ha anunciado en medios de comunicación italianos que están intentando reconstruir los pasos que se dieron para auxiliar a los migrantes. Según reconoció a La Repubblica, faltaban hombre y medios. Además, avisó al Gobierno de que habría que organizar de otra manera estas respuestas.