Dos mujeres víctimas de la mafia y el yihadismo protagonizan el Jubileo de la Consolación - Alfa y Omega

Dos mujeres víctimas de la mafia y el yihadismo protagonizan el Jubileo de la Consolación

Según León XIV, quien ha presidido la vigilia, «la consolación en la Iglesia significa nunca estar solos»

Rodrigo Moreno Quicios
Diane Foley (la primera a la izquierda) y Lucia Di Mauro (la última a la derecha) en la basílica de San Pedro
Diane Foley (la primera a la izquierda) y Lucia Di Mauro (la última a la derecha) en la basílica de San Pedro. Foto: Vatican Media.

«La consolación en la Iglesia significa nunca estar solos». Así ha abierto León XIV en la tarde de este lunes su homilía en la vigilia del Jubileo de la Consolación. Esta celebración en la basílica de San Pedro ha contado con el testimonio de dos mujeres que, pese a haber sufrido dinámicas violentas en primera persona, decidieron responder sin odio.

La primera en compartir su historia ha sido Lucia di Mauro. Su esposo era guarda de seguridad y fue asesinado en Nápoles en 2009 por los chicos de una banda criminal. «La consolación no borra el dolor, pero nos da la fuerza para atravesarlo, transformarlo y devolver la vida a lo que parecía perdido», ha dicho. Y aunque sabía que «tarde o temprano esos jóvenes saldrían de la cárcel», consideraba «imprescindible que salieran mejorados para romper la cadena del mal». A su juicio, «la sangre derramada no debía quedarse ahí sino generar un renacimiento».

El más joven del grupo se llamaba Antonio y tenía 17 años cuando ingresó en la prisión de Nisida para cumplir una condena de 22 años. Era huérfano de padre y de un barrio conflictivo y en la cárcel experimentó un proceso de cambio y sintió la necesidad de conseguir el perdón de la familia de Gaetano. Lucia se encontró con él en el paseo marítimo de Nápoles durante una manifestación de la asociación italiana Libera contra las mafias. «Ante mí encontré a un chico que temblaba, que lloraba, que pedía perdón, y lo único que pude hacer fue darle un largo abrazo». Ahora ambos recorren las escuelas italianas contando juntos su historia con la asociación del sacerdote Luigi Ciotti. «Cada chico que se equivoca puede renacer si alguien cree en él», dice ella. Está convencida de que «ayudar a los chicos encarcelados a cambiar de mentalidad significa romper la cadena de la violencia».

«La rabia crecía dentro de mí»

El segundo testimonio ha sido el de Diane Foley. Su hijo mayor, James Wright Foley, era un periodista que en 2012 fue secuestrado mientras trabajaba como corresponsal de guerra en Siria. «Fue sometido a hambre, torturado y finalmente decapitado en agosto de 2014 por ser periodista estadounidense y cristiano», ha narrado su madre. Ha contado cómo, al recibir la noticia, se quedó «en estado de shock, incrédula».

Al principio, «la rabia crecía dentro de mí». Hacia el ISIS, el Gobierno y «hacia aquellos que se negaban a ayudar». Rezó mucho para que no le consumiera la ira y, finalmente, dos de los yihadistas que secuestraron a James Wright Foley fueron juzgados. Uno de ellos era Alexanda Kotey, quien fue declarado culpable y pidió reunirse con las familias a las que había hecho daño. Diane Foley accedió y, según sus palabras, «el Espíritu Santo nos permitió a ambos escucharnos, llorar y compartir nuestras historias». Tres semanas después, ella creó una fundación dedicada a su hijo. «Todos sufrimos por nuestros pecados, pero cuando invitamos a Jesús y a María a caminar con nosotros, siempre hay esperanza y sanación», ha concluido.