La visita de Carlos III al Vaticano muestra que «a la ruptura política ya se le ven las costuras»
Según Pablo Pérez, catedrático de Historia de la Universidad de Navarra, el viaje de Carlos III es prueba de que el cisma con Roma «se ve como una cuestión temporal»
—¿Qué supone la visita de Carlos y Camila de Inglaterra al Vaticano?
—Los reyes de Inglaterra no acostumbraban a visitar el Vaticano, tampoco cuando estaban unidos a la Iglesia hace 500 años. La separación de la Iglesia de Roma está construida sobre la afirmación de que los papistas habían corrompido el cristianismo. La cuestión clave es que, a cinco siglos de distancia, parece de forma palmaria que esa afirmación es de índole política y no religiosa. Esa es mi opinión de por qué esta visita es tan importante.
La visita de un monarca que viene de la Reforma y que es cabeza de su propia Iglesia manifiesta que la ruptura tiene un carácter político pero no religioso y doctrinal. Manifiesta que el rey de Inglaterra puede rezar con el Papa de Roma y eso demuestra que no está en la corrupción de la fe. Y el Papa no tiene inconveniente en rezar con el rey de Inglaterra porque nunca lo ha tenido.
Lo que estamos viendo es que el Papa no se ha movido de donde estaba. El que se ha movido es el representante de una soberanía política que hizo de la ruptura un instrumento para su propio éxito.
¿Alguien se ha quejado? Solo algunos anglicanos radicales han dicho que, si el rey hacía esto, debería dimitir como cabeza de la Iglesia porque estaría contradiciendo un principio fundamental.

—La reina Isabel fue más veces a la biblioteca del Palacio Apostólico para hablar de ecología y multilateralismo con el Papa, pero nunca les habíamos visto rezar juntos en la Capilla Sixtina.
—También ha habido una ceremonia en San Pablo Extramuros porque los reyes de Inglaterra han sido protectores de la basílica antes de la ruptura. Se ha hecho un trono para el rey de Inglaterra que se va a mantener ahí con la inscripción en latín Ut unum sint, que significa «para que todos sean uno».
De alguna manera manifiesta no solo la voluntad de rezar juntos y de estar próximos, sino también de estar juntos y colaborar institucionalmente. Ya es algo más, es pasar de decir que eres el corruptor del cristianismo a ver que somos gente próxima.
Resumiendo, a la ruptura política de hace cinco siglos ya se le ven las costuras, que se le van abriendo y se le van rompiendo. Ese intento de separar a los cristianos por un motivo político, que es lo que fue en el fondo la Reforma, está empezando a caducar. Esa es una novedad interesante que manifiesta una voluntad de aproximarse.
—Siguiendo esta lógica, ¿sería planteable que Carlos III dejara de ser cabeza de la Iglesia anglicana y reservara esta labor para algún clérigo?
—La separación de la Iglesia y el Estado y ese cierto distanciamiento es algo que se ha conseguido imponer pacíficamente en el mundo católico, pero en el mundo protestante no tanto. Allí las iglesias son muy nacionales y, hasta hace poco, en lugares como Suecia, el Estado te inscribía al nacer en su Iglesia inmediatamente.
Y lo mismo ocurre con otras Iglesias, como las de los países ortodoxos, que tienen un fuerte carácter nacional. La ruptura religiosa de Kiev con Moscú es una de las muchas razones que en parte explican el estallido de la invasión de Putin.
La independencia de la Iglesia del Estado está más marcada en el ámbito católico que en el luterano o en las Iglesias orientales. Si eso no lo sabemos, los católicos podemos creer que todos piensan como nosotros.

—¿Entonces sería posible o es un absurdo?
—Sabemos que la reina, Camila Parker, es católica. Y eso influye porque es la mujer con la que convive y a la que quiere. Tiene su importancia y yo creo que él, aparte de otros factores, tienen una inclinación por la espiritualidad que le hace distanciarse de un planteamiento puramente político en cuanto a estas cuestiones. En esto comparte la sensibilidad del resto de ciudadanos.
Definitivamente, la gente no se cree ya la cuestión de la Reforma. No saben muy bien por qué son protestantes y por qué son anglicanos. Los luteranos ya han firmado un documento con la Iglesia católica en materia doctrinal [la Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación, de 1999, a la que la Comunión Anglicana se sumó años después, N. d. R.] precisamente porque cada vez se ve más como una cuestión de índole temporal y de caracteres la ruptura que se se produjo.