«La vida también debe ser protegida en el trabajo» - Alfa y Omega

«La vida también debe ser protegida en el trabajo»

Dos personas fallecieron cada día en 2021 a causa de accidentes laborales. Se prevé que 2022 concluya con peores datos. La Iglesia denuncia esta situación y se implica en el acompañamiento de las víctimas

Fran Otero
Delegados de Pastoral del Trabajo en Ávila el pasado fin de semana. Foto: Noticias Obreras (HOAC).

Las cifras no hablan, claman, en materia de siniestralidad laboral. Este problema se lleva por delante cada año cientos de vidas y deja con secuelas físicas y psíquicas a otras tantas. Solo en 2021, un total de 741 personas, dos de media cada día, fallecieron como consecuencia de un siniestro en el trabajo. La preocupación aumenta cuando se comprueba que la tendencia sigue una línea ascendente en los últimos años —561 en 2019 y 637 en 2020— y que la tasa de incidencia también lo hace. El avance de datos de este año, con información de los nueve primeros meses, tampoco es esperanzador. En este periodo se han producido 900.000 accidentes, con 514 víctimas mortales. Según los sindicatos, 2022 podría concluir con más de 800 fallecidos.

Por esta razón, la Iglesia decidió salir el fin de semana pasado a la calle. Lo hizo en Ávila, donde se celebraron las Jornadas Generales de Pastoral del Trabajo, organizadas por la Conferencia Episcopal Española (CEE), precisamente, sobre siniestralidad laboral. Dieron la cara los responsables de esta pastoral y militantes de movimientos de trabajadores cristianos de 30 diócesis con el apoyo del obispo de Osma-Soria, Abilio Martínez Varea, y el paraguas de las palabras del Papa: «¡No más muertes en el trabajo! Y esforcémonos por lograrlo». «Estamos intentando llamar la atención sobre esta realidad. Creemos que la vida también debe ser defendida y protegida en el trabajo, igual que al inicio y al final de la misma», explica a Alfa y Omega Antonio Aranda, director del Departamento de Pastoral del Trabajo de la CEE. Otro de los argumentos es la cuestión de la dignidad de la persona, pues «hay una relación entre la precariedad y los accidentes laborales».

«Montamos una asociación para para dar una respuesta cristiana a esta realidad»
Marta Oter
Pastoral del Trabajo

La concienciación pública de esta problemática es una de las tareas en las que la Iglesia quiere colaborar y, de hecho, el gesto público de Ávila se replicará en algunas diócesis más. Pero la tarea tiene un horizonte mayor. Hay un compromiso con las víctimas y también con la prevención, en colaboración con la Administración. Marta Oter, del equipo de Pastoral del Trabajo de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara y militante de la HOAC, ha comprobado cómo en la provincia de Guadalajara la siniestralidad laboral ha sido una constante en los últimos años. La proliferación de centros logísticos y la gran rotación en los puestos explican, señala, esta situación. «Nos pusimos a indagar y descubrimos que la zona era la número uno a nivel nacional en accidentes laborales. La realidad nos golpeó el corazón», detalla a este semanario. Y como coincidió que, en ese momento, en su grupo estaban definiendo su compromiso de vida, entendieron que Dios se lo había puesto en bandeja. Montaron una asociación para la atención de víctimas. «Cuando nos llega un caso, intentamos ponernos en contacto con el entorno y la familia para ofrecer ayuda. Les damos asesoramiento legal y acompañamiento psicológico a través de un centro de escucha», añade.

Apenas llevan año y medio en funcionamiento y no han atendido a muchas víctimas, pero se han dado a conocer y han realizado gestos que van calando. Por ejemplo, cada primer domingo de mes guardan un minuto de silencio en la Eucaristía en la que participan habitualmente, y leen un texto en el que denuncian las causas de los accidentes. «Es sencillo y la gente se va sensibilizando», añade Oter.

En Guadalajara recibieron la ayuda de Miguel Cruz Santiago, que fundó hace más de diez años la Asociación de Víctimas de Accidentes y Enfermedades Laborales de Andalucía (AVAELA). Su compromiso nace de la fe cristiana —es militante de la HOAC— y de su propia historia personal, pues su padre falleció en un accidente de trabajo. Según desgrana, tienen tres líneas de trabajo: la creación de conciencia social, la interlocución con la Administración y el apoyo a las víctimas. Víctimas como Noelia Gallardo, que perdió a su pareja el 30 de diciembre de 2019 cuando trabajaba como técnico de mantenimiento en la Azucarera de Jerez. «Fue a reparar una máquina y esta estaba en mal estado. No tenía las revisiones de mantenimiento en regla y en la fábrica no había el personal suficiente», asevera.

«La cultura actual tiene un nuevo dios, el dinero, que exige sacrificios de personas»
Miguel Cruz
AVAELA

Coincide con el responsable del Departamento de Pastoral del Trabajo de la CEE al recalcar que la calidad del contrato de trabajo determina el riesgo de tener un accidente o una enfermedad laboral. De hecho, afirma que «las personas con trabajo estable no suelen sufrir siniestros». Cruz denuncia la cultura actual, que pone el trabajo y el beneficio económico por delante de la persona, una sociedad con un nuevo dios, el dinero, «que exige sacrificios de personas».

En Murcia, la iniciativa de militantes católicos ha permitido que en la comunidad tengan desde el mes de marzo una guía para la atención de las víctimas y que sindicatos, empresarios, Administración y Pastoral del Trabajo se reúnan periódicamente para evaluar la situación de la siniestralidad laboral. Según remarca una de las muñidoras, Candelaria Hernández, el texto ofrece información a los trabajadores y un protocolo que seguir en caso de accidente que ya se está aplicando. «Merece la pena continuar en esta línea», concluye.