La vida de los santos - Alfa y Omega

La vida de los santos

Redacción

«Los santos no son superhombres, ni nacieron perfectos. Son como nosotros, como cada uno de nosotros; son personas que han vivido una vida normal, con alegrías y dolores, fatigas y esperanzas. Pero ¿qué es lo que cambió su vida? Que cuando conocieron el amor de Dios, lo siguieron con todo el corazón, sin condiciones ni hipocresías: gastaron su vida al servicio de los demás, soportaron sufrimientos y adversidades sin odiar y respondiendo al mal con el bien, difundiendo alegría y paz. Ésta es la vida de los santos»: así dijo el Papa Francisco, tras el rezo del ángelus, el día de Todos los Santos en la Plaza de San Pedro.

Él vive esa misma normalidad y naturalidad, lo mismo cuando toma su mate, como buen argentino, que cuando reza ante la tumba del Pescador de Galilea, como se ve en las fotos; lo mismo cuando se va al cementerio romano para celebrar en sufragio de los difuntos, que cuando lo hace en sufragio de los cardenales y obispos fallecidos en el curso del año, o celebra su Misa matutina, por sorpresa, sobre la tumba de Juan Pablo II, en la capilla de San Sebastián, de la Basílica Vaticana, con 120 sacerdotes, polacos en su mayoría, y pide la intercesión del Beato Karol Wojtyla para vivir, con naturalidad, las exigencias de la fe.